martes, 14 de enero de 2014

Marcos 1, 29-39. Jesús, predicaba y expulsaba a los demonios!















Al salir de la Sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón y Andrés con Santiago y Juan.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, por lo que en seguida le hablaron de ella.
Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos.
Antes del atardecer, cuando se ponía el sol, empezaron a traer a Jesús todos los enfermos y personas poseídas por espíritus malos.
El pueblo entero estaba reunido ante la puerta.
Jesús sanó a muchos enfermos con dolencias de toda clase y expulsó muchos demonios; pero no los dejaba hablar, pues sabían quién era.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron a buscarlo, y cuando lo encontraron le dijeron: «Todos te están buscando.»

Él les contestó: «Vámonos a los pueblecitos vecinos, para predicar también allí, pues para esto he salido.»
Y Jesús empezó a visitar las Casas de oración de aquella gente, recorriendo toda Galilea. Predicaba y expulsaba a los demonios.



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