martes, 27 de enero de 2015

Salmo 109 - Tu és sacerdote eternamente, segundo a ordem do Rei Melquise...

Salmo 109. Señor, mi Dios, ayúdame, sálvame, tú que eres bueno: y que sepan que allí está tu mano, que eres tú, Señor, quien hizo eso!





















Oh Dios a quien alabo, no guardes silencio, pues la boca maligna y la boca impostora se abren contra mí. Me hablan con una lengua mentirosa, me rodean palabras de odio, me atacan sin motivo.

¡En pago a mi amistad me acusan y yo, tan solo oro!

Me devuelven mal por bien y odio, por mi amistad.

Haz que un hombre malo le pida cuentas, que el acusador se pare a su derecha.

¡Que en el juicio resulte culpable, que consideren pecado su apelación!

¡Que sus días le sean acortados y que otro se apodere de su cargo!

¡Que sus hijos queden huérfanos y su mujer, viuda!

¡Que un acreedor le quite todo y extraños se apoderen de lo que le ha costado!

¡Que nadie le haga un favor, y nadie se compadezca de sus huérfanos!

¡Que sea su descendencia exterminada y se borre su nombre en una generación!

¡Que recuerde el Señor la culpa de sus padres, que no se borre el pecado de su madre,que estén siempre presentes ante el Señor, que borre de la tierra su memoria!

Pues nunca se acordó de ser amable, persiguió al pobre y al desvalido, y hasta la muerte al hombre de triste corazón.

¡Ya que amó la maldición, que con él se quede; no quiso a la bendición, que lo abandone!

Se puso la maldición como su ropa: que le penetre hasta el fondo como el agua y le cale como aceite hasta sus huesos.

Que sea como un manto que lo envuelva, un cinturón que lo apriete sin cesar.

Así pague el Señor a mis acusadores y a los que hablan mal de mi persona!

Pero tú, Señor Adonai, actúa para mí en honor a tu nombre, sálvame, pues es tan bueno tu amor.

Porque soy pobre y desdichado, herido está mi corazón dentro de mí, me voy como la sombra que declina, como langosta arrastrada por el viento.

De tanto ayuno flaquean mis rodillas y mi cuerpo, sin grasa, ha enflaquecido; soy un pretexto para sus insultos, cuando me ven, menean la cabeza.

Señor, mi Dios, ayúdame, sálvame, tú que eres bueno: 
y que sepan que allí está tu mano, que eres tú, Señor, quien hizo eso.

Si ellos maldicen, tu bendecirás: mis adversarios serán confundidos y tu servidor se alegrará.

¡Que se cubran de infamia mis acusadores, envueltos en su vergüenza como de un manto!

Por mi boca al Señor doy muchas gracias y alabanzas en medio de la muchedumbre, pues se puso a la derecha del pobre para salvar su vida de sus jueces.

lunes, 26 de enero de 2015

Marcos 3, 31-35. Todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre!

















Entonces llegaron su madre y sus hermanos, se quedaron afuera y lo mandaron a llamar.
Como era mucha la gente sentada en torno a Jesús, le transmitieron este recado: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y preguntan por ti.»
Él les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?»

Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos.
Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre.»

miércoles, 21 de enero de 2015

Quiero hacer tu voluntad - Nana Angarita

Hebreos 7, 22-28. Esta es la prueba de que Jesús viene con una alianza mucho mejor






















Esta es la prueba de que Jesús viene con una alianza mucho mejor.
Los sacerdotes anteriores se sucedían el uno al otro porque, siendo mortales, no podían permanecer.
Jesús, en cambio, permanece para siempre y no se le quitará el sacerdocio.
Por eso es capaz de salvar de una vez a los que por su medio se acercan a Dios. El sigue viviendo e intercediendo en favor de ellos.
Así había de ser nuestro Sumo Sacerdote: santo, sin ningún defecto ni pecado, apartado del mundo de los pecadores y elevado por encima de los cielos.
A diferencia de los sumos sacerdotes, él no tiene necesidad de ofrecer diariamente sacrificios, primero por sus pecados, y luego por los del pueblo. Y para el pueblo no lo hizo sino una sola vez ofreciéndose a sí mismo.
Así, pues, todo es insuficiente en los sumos sacerdotes que la Ley establece, mientras que ahora, después de la Ley, Dios habla y pronuncia un juramento para establecer al Hijo eternamente perfecto.

Marcos 3,7-12. Tú eres el Hijo de Dios!
















Jesús se retiró con sus discípulos a orillas del lago y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán y de las tierras de Tiro y de Sidón, muchísima gente venía a verlo con sólo oír todo lo que hacía.
Jesús mandó a sus discípulos que tuvieran lista una barca, para que toda aquella gente no lo atropellase.
Pues al verlo sanar a tantos, todas las personas que sufrían de algún mal se le echaban encima para tocarlo.
Incluso los espíritus malos, apenas lo veían, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios.»
Pero él no quería que lo dieran a conocer, y los hacía callar,.