sábado, 11 de enero de 2014

Isaías 42,1-7. He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, al que escogí con gusto!











He aquí a mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido, al que escogí con gusto. He puesto mi Espíritu sobre él, y hará que la justicia llegue a las naciones.
No clama, no grita, no se escuchan proclamaciones en las plazas.
No rompe la caña doblada ni aplasta la mecha que está por apagarse. sino que hace florecer la justicia en la verdad.
No se dejará quebrar ni aplastar, hasta que establezca el derecho en la tierra. Las tierras de ultramar esperan su ley.
Así habla Yavé, que creó los cielos y los estiró, que moldeó la tierra y todo lo que sale de ella, que dio aliento a sus habitantes y espíritu, a los que se mueven en ella.
Yo, Yavé, te he llamado para cumplir mi justicia, te he formado y tomado de la mano, te he destinado para que unas a mi pueblo y seas luz para todas las naciones.

Para abrir los ojos a los ciegos, para sacar a los presos de la cárcel, y del calabozo a los que yacen en la oscuridad.


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