domingo, 26 de enero de 2014

2 Samuel 5, 1-10. El reinado de David!












Todos los ancianos dirigentes de las tribus de Israel vinieron a hablar con David, en Hebrón, y le dijeron: «Mira que somos sangre de tu sangre.
Ya antes, cuando Saúl reinaba, tú dirigías a Israel en sus campañas, y sabemos que Yavé te dijo: Tú eres el que guiará a mi pueblo, tú llegarás a ser jefe de Israel.»
Así, pues, los dirigentes de Israel fueron donde David, en Hebrón, y, a continuación, hicieron un pacto con David, delante de Yavé, y procedieron a ungirlo como rey de Israel.
David tenía treinta años cuando empezó a reinar.
Primero fue rey de Judá durante siete años y medio, y tenía por capital Hebrón. Después, teniendo por capital Jerusalén, reinó treinta y tres años sobre todo Israel y Judá. En total fueron cuarenta años.
Después de esto, el rey y sus hombres marcharon hacia Jerusalén contra los jebuseos, que ocupaban el país. Estos le dijeron: «No entrarás aquí, pues bastarán los cojos y los ciegos para rechazarte.» Con eso querían decir que jamás iba a entrar en la ciudad.
David, sin embargo, se apoderó de la fortaleza de Sión, la que en Jerusalén de hoy se llama «ciudad de David».
Este día, David dijo: «El que quiera atacar a los jebuseos, que suba por el túnel del agua, pues aborrezco a esos cojos y ciegos.» Por eso dice el proverbio: «No entrarán en el Templo ni cojos ni ciegos.»
David se atrincheró en la fortaleza y la llamó «Ciudad de David». Después construyó un muro alrededor que, con el tiempo, quedó en el interior de la ciudad.

David iba fortaleciéndose cada vez más, y Yavé Sabaot estaba con él.


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