lunes, 13 de enero de 2014

Marcos 1, 21-28. Jesús de Nazaret, tú eres el Santo de Dios!














Llegaron a Cafarnaún, y Jesús empezó a enseñar en la sinagoga durante las asambleas del día sábado.
Su manera de enseñar impresionaba mucho a la gente, porque hablaba como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la Ley.
Entró en aquella sinagoga un hombre que estaba en poder de un espíritu malo, y se puso a gritar:
«¿Qué quieres con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé que tú eres el Santo de Dios.»
Jesús le hizo frente con autoridad:

«¡Cállate y sal de ese hombre!» El espíritu malo revolcó al hombre en el suelo y lanzó un grito tremendo, pero luego salió de él.
El asombro de todos fue tan grande que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? Una doctrina nueva, y ¡con qué autoridad! Miren cómo da órdenes a los espíritus malos ¡y le obedecen!»
Así fue como la fama de Jesús se extendió por todo el territorio de Galilea.



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