lunes, 20 de enero de 2014

I Samuel 16, 1-13. La mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón!













Yavé dijo a Samuel: «Yo soy el que ha rechazado a Saúl y he decidido que no reinará más sobre Israel. ¿Hasta cuándo, pues, vas a estar llorando por él? Llena tu cuerno de aceite, pues quiero que vayas a casa de Jesé, del pueblo de Belén, porque he elegido a uno de sus hijos para ser mi rey.»
Samuel contestó: «¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl me matará.» Respondió Yavé: «Lleva una ternera e irás como para ofrecer un sacrificio.
Invita a Jesé al sacrificio y te indicaré lo que tienes que hacer y me ungirás al que yo te ordene.»
Cumplió Samuel lo que Yavé le había mandado. Cuando llegó a Belén, los jefes de la ciudad salieron temblando a su encuentro y le preguntaron: «¿Vienes en son de paz?»
Samuel respondió: «Sí, he venido a sacrificar a Yavé. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio.» Samuel purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio.
Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab, el mayor de edad, y se dijo: «Sin duda éste será el elegido.»
Pero Yavé dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, porque lo he descartado. Pues la mirada de Dios no es la del hombre; el hombre mira las apariencias, pero Yavé mira el corazón.»
Llamó Jesé a su hijo Abinadab y lo hizo pasar ante Samuel, quien dijo: «Tampoco a éste ha elegido Yavé.»
Jesé hizo pasar a Sama, pero Samuel dijo: «Tampoco es éste el que ha elegido Yavé.»
Jesé hizo pasar a sus siete hijos ante Samuel, pero éste dijo: «A ninguno de éstos ha elegido Yavé.»
Preguntó, pues, Samuel a Jesé: «¿Están aquí todos tus hijos?» El contestó: «Falta el más pequeño, que está cuidando las ovejas.» Samuel le dijo: «Anda a buscarlo, pues no nos sentaremos a comer hasta que él haya venido.»
Mandó Jesé a buscar a su hijo menor. Era rubio, tenía lindos ojos y buena presencia. Y Yavé dijo: «Levántate y conságralo con aceite, porque es éste.»
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu de Yavé permaneció sobre David desde aquel día.Luego se marchó Samuel y volvió a Ramá.



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