domingo, 21 de diciembre de 2014

Salmo 1 - Sampaguita Bahena

1 samuel 1, 24-28. Era lo que yo pedía entonces. Y Yavé me concedió la petición que le hice. Ahora yo se lo ofrezco a Yavé para que le sirva toda su vida: él está cedido a Yavé.





















Cuando dejó de amamantarlo, se lo llevó para presentarlo en la Casa de Yavé, en Silo; y al mismo tiempo trajo un novillo de tres años, una medida de harina y un cántaro de vino.
Sacrificaron el novillo, y Ana presentó al niño, todavía pequeño, a Helí, diciendo: «Oyeme, señor, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Yavé.
Este niño era lo que yo pedía entonces. Y Yavé me concedió la petición que le hice.
Ahora yo se lo ofrezco a Yavé para que le sirva toda su vida: él está cedido a Yavé.»

1 Samuel 2, 1-8. Mi alma se alegra en Yavé!


















Entonces Ana oró y dijo:Mi alma se alegra en Yavé, en Dios me siento llena de fuerza, ahora puedo responder a mis enemigos, pues me siento feliz con tu auxilio.
Sólo Yavé es Santo, pues nada hay fuera de Ti, no hay roca tan firme como nuestro Dios.
No digan tantas palabras altaneras, ni salga de su boca la arrogancia, porque Yavé es un Dios que lo sabe todo, él juzga las acciones de todos.
El arco de los fuertes se ha quebrado y los débiles se han hecho fuertes.
Los que estaban satisfechos van a trabajar por un pedazo de pan, mientras que los débiles descansan. La mujer estéril da a luz siete veces; pero se marchita la madre de muchos hijos.
Yavé es quien da muerte y vida, quien hace bajar al lugar de los muertos y volver a la vida. Yavé da y quita riquezas, humilla y ensalza.

Levanta del polvo al desvalido y, de la mugre, saca al pobre para que pueda sentarse con los grandes y ocupar un lugar de privilegio. Yavé ha hecho los pilares de la tierra y sobre ellos ha puesto el universo.

lunes, 15 de diciembre de 2014

Mateo 21, 28-32. Juan vino a abrirles el camino derecho, y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron. Ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron!
























Jesús agregó: «Pero, díganme su parecer: Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero para decirle: "Hijo, hoy tienes que ir a trabajar en la viña."
Y él le respondió: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue.
Luego el padre se acercó al segundo y le mandó lo mismo. Este respondió: "Ya voy, señor." Pero no fue.
Ahora bien, ¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?» Ellos contestaron: «El primero.» Entonces Jesús les dijo: «En verdad se lo digo: en el camino al Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas andan mejor que ustedes.

Porque Juan vino a abrirles el camino derecho, y ustedes no le creyeron, mientras que los publicanos y las prostitutas le creyeron. Ustedes fueron testigos, pero ni con esto se arrepintieron y le creyeron.

jueves, 4 de diciembre de 2014

salmo 26 cantado en español - Ruben Bascoy

Mateo 9, 27-31. ¿Creen que puedo hacer esto?


















Al retirarse Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos que gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!»
Cuando Jesús estuvo en casa, los ciegos se le acercaron, y Jesús les preguntó: «¿Creen que puedo hacer esto?» Contestaron: «Sí, Señor.»
Entonces Jesús les tocó los ojos, diciendo: «Hágase así, tal como han creído». Y sus ojos vieron.
Después les ordenó severamente: «Cuiden de que nadie lo sepa.»
Pero ellos, en cuanto se fueron, lo publicaron por toda la región.

martes, 2 de diciembre de 2014

salmo 22 (con letra) Rafael Moreno

Mateo 15, 29-37. Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los pedazos que sobraron!

















De allí Jesús volvió a la orilla del mar de Galilea y, subiendo al cerro, se sentó en ese lugar.
Un gentío muy numeroso se acercó a él trayendo mudos, ciegos, cojos, mancos y personas con muchas otras enfermedades. Los colocaron a los pies de Jesús y él los sanó.
La gente quedó maravillada al ver que hablaban los mudos y caminaban los cojos, que los lisiados quedaban sanos y que los ciegos recuperaban la vista; todos glorificaban al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de esta gente, pues hace ya tres días que me siguen y no tienen comida. Y no quiero despedirlos en ayunas, porque temo que se desmayen en el camino.»
Sus discípulos le respondieron: «Estamos en un desierto, ¿dónde vamos a encontrar suficiente pan como para alimentar a tanta gente?»
Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen ustedes?» Respondieron: «Siete, y algunos pescaditos.»
Entonces Jesús mandó a la gente que se sentara en el suelo.
Tomó luego los siete panes y los pescaditos, dio gracias y los partió. Iba entregándolos a los discípulos, y éstos los repartían a la gente.
Todos comieron hasta saciarse y llenaron siete cestos con los pedazos que sobraron.