domingo, 30 de junio de 2013

Salmo 95. Aclamemos a la Roca que nos salva!


















Vengan, alegres avivemos al Señor, aclamemos a la Roca que nos salva; partamos a su encuentro dando gracias; aclamémosle con cánticos.
Pues el Señor es un Dios grande, un rey grande por encima de todos los dioses.
En su mano están las bases de la tierra y son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, él fue quien lo creó, y la tierra firme, que formaron sus manos.
¡Entremos, agachémonos, postrémonos; de rodillas ante el Señor que nos creó!
Pues él es nuestro Dios y nosotros el pueblo que él pastorea, el rebaño bajo su mano. Ojalá pudieran hoy oír su voz.
"No endurezcan sus corazones como en Meriba, como en el día de Masa en el desierto,
allí me desafiaron sus padres y me tentaron, aunque veían mis obras.
Cuarenta años me disgustó esa gente y yo dije: "Son un pueblo que siempre se escapa, que no han conocido mis caminos".


Por eso, en mi cólera juré: "Jamás entrarán en mi reposo".




Juan 2, 1-11. Las bodas de Caná!


















"En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos"
En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino."
Jesús le contestó: "Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora."
Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga."
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua."
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo."
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora."

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.