sábado, 24 de agosto de 2013

Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige!

 Hebreos 12, 5-13

 Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige!


Tal vez hayan olvidado la palabra de consuelo que la sabiduría les dirige como a hijos: Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige, no te desanimes cuando te reprenda;
pues el Señor corrige al que ama y castiga al que recibe como hijo.
Ustedes sufren, pero es para su bien, y Dios los trata como a hijos: ¿a qué hijo no lo corrige su padre?
Si no conocieran la corrección, que ha sido la suerte de todos, serían bastardos y no hijos.
Además, cuando nuestros padres según la carne nos corregían, los respetábamos. ¿No deberíamos someternos con mayor razón al Padre de los espíritus para tener vida?
Nuestros padres nos corregían sin ver más allá de la vida presente, tan corta, mientras que El mira a lo que nos ayudará a alcanzar su propia santidad.
Ninguna corrección nos alegra en el momento, más bien duele; pero con el tiempo, si nos dejamos instruir, traerá frutos de paz y de santidad.

Por lo tanto, levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan,
enderecen los caminos tortuosos por donde han de pasar, para que el cojo no se pierda y más bien se mejore.



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