domingo, 11 de agosto de 2013

Salmo 147. Alaben al Señor porque él es bueno!



















Alaben al Señor porque él es bueno, canten a nuestro Dios porque es amable, porque a él le conviene la alabanza.
Reconstruye el Señor Jerusalén, reúne a los exiliados de Israel,
sana los corazones destrozados y venda sus heridas.
El cuenta las estrellas una a una y llama a cada una por su nombre.
Grande es nuestro Señor, todo lo puede, no se puede medir su inteligencia.
Reanima el Señor a los humildes, pero humillla hasta el polvo a los malvados.
Entonen al Señor la acción de gracias, para nuestro Dios toquen en sus arpas.
Porque él cubre de nubes los cielos, y prepara las lluvias de la tierra, hace brotar la hierba en las colinas y las plantas que el hombre ha de cultivar;
él entrega a las bestias su alimento y a las crías del cuervo cuando graznan.
No le atraen los bríos del caballo, ni un hombre por sus músculos le agrada;
se complace el Señor en los que le temen, en los que esperan en su amor.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén, a tu Dios alaba, oh Sión!
El refuerza las trancas de tus puertas y bendice a tus hijos en tu seno;
guarda en paz tus fronteras, te da del mejor trigo en abundancia.
Si a la tierra envía su mensaje, su palabra corre rápidamente;
esparce la nieve como lana y derrama la escarcha cual ceniza.
En trocitos arroja su granizo, ¿a su frío quién puede resistir?
Envía su palabra y los derrite, sopla su viento y corren las aguas.
A Jacob le revela su palabra, sus leyes y sus juicios a Israel.
Con ningún otro pueblo ha actuado así, ni les dio a conocer sus decisiones. ¡Aleluya!


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