domingo, 6 de octubre de 2013

Jonás 1,1-16. La voluntad de Dios!


Jonás 1,1-16


La voluntad de Dios!



La palabra de Yavé fue dirigida a Jonás, hijo de Amittay, en estos términos:
«Levántate, vete a Nínive, la ciudad grande, y predica contra ellos, porque su maldad ha subido hasta mí.»
Se levantó Jonás, pero fue para huir a Tarsis, lejos de la presencia de Yavé. Descendió a Jafa, donde encontró un barco que salía para Tarsis, pagó su pasaje y se embarcó para irse con ellos a Tarsis, lejos del rostro de Yavé.
Pero Yavé envió un fuerte viento sobre el mar, causando una tempestad tan grande que el barco amenazaba hundirse.
Los marineros tuvieron miedo y cada uno invocaba a su Dios. Después echaron la carga del barco al mar para sacarle peso. Jonás, mientras tanto, había bajado al fondo del barco para tomar descanso, y dormía profundamente.
El capitán se acercó a él y le dijo: «¿Cómo estás durmiendo? Levántate, invoca a tu Dios, quizá se acuerde de nosotros y no pereceremos.»
Después se dijeron unos a otros: «Echemos suertes para saber quién nos trajó ese mal.» Echaron suertes y la suerte cayó en Jonás.
Entonces le dijeron: «Tiene que haber un causante de nuestra desgracia; enséñanos, pues, cuál es tu oficio y de dónde vienes. ¿Cuál es tu país y de qué pueblo eres?»
Entonces empezó a decirles: «Soy hebreo y temo a Yavé, Dios del Cielo, que hizo el mar y los continentes....»
Aquellos hombres tuvieron gran miedo y le dijeron: «¿Qué es lo que has hecho?» Pues ahora esos hombres sabían que huía de la presencia de Yavé.
Le dijeron: «¿Qué haremos contigo para que se calme el mar?» Pues el mar se embravecía.
Jonas les contestó: «Llévenme y arrójenme al mar, y éste se calmará, porque sé que por culpa mía les ha sobrevenido esta tempestad.»
Pues, por más que los marineros se esforzaban remando por alcanzar tierra, no podían, y el mar cada vez se ponía más agitado.
Entonces invocaron a Yavé y le dijeron: «Oh Yavé, no nos hagas perecer a todos por causa de este hombre, ni nos consideres culpables de su muerte, ya que tú, Yavé, has obrado todo según deseabas.»

Luego, llevando a Jonás, lo tiraron al mar, y el mar calmó su furia.
Aquellos hombres temieron a Yavé y con gran respeto le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.






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