lunes, 21 de octubre de 2013

Carta a los Romanos 5, 12-21. ¡Si la condenación era culpa de uno y debido a uno solo, con mucha mayor razón la vida reinará gracias a uno solo, Jesucristo, en todos aquellos que aprovechan el derroche de la gracia y el don de la verdadera rectitud!


Así fue la caída; pero el don de Dios no tiene comparación. Todos mueren por la falta de uno solo, pero la gracia de Dios se multiplica más todavía cuando este don gratuito pasa de un solo hombre, Jesucristo, a toda una muchedumbre.

No hay comparación entre lo que pasó con este pecador único y el don de Dios en la hora presente. La condenación procedía de una sentencia individual, pero ahora son rehabilitados una multitud de pecadores.
Y si bien reinó la muerte por culpa de uno y debido a uno solo, con mucha mayor razón la vida reinará gracias a uno solo, Jesucristo, en todos aquellos que aprovechan el derroche de la gracia y el don de la verdadera rectitud.
Es verdad que una sola transgresión acarreó sentencia de muerte para todos, pero del mismo modo la rehabilitación merecida por uno solo procuró perdón y vida a todos.
Y así como la desobediencia de uno solo hizo pecadores a muchos, así también por la obediencia de uno solo una multitud accede a la verdadera rectitud.
Al sobrevenir la Ley, el pecado tuvo más auge, pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia.

Y del mismo modo que el pecado estableció su reinado de muerte, así también debía reinar la gracia y, después de restablecernos en la amistad con Dios, nos llevará a la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor



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