sábado, 23 de noviembre de 2013

Colosenses 1, 12-20. ¡Gracias al Padre que nos preparó para recibir nuestra parte en la herencia !

















Y que den gracias al Padre que nos preparó para recibir nuestra parte en la herencia reservada a los santos en su reino de luz.
El nos arrancó del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo amado.
En él nos encontramos liberados y perdonados.
El es la imagen del Dios que no se puede ver, y para toda criatura es el Primogénito,
porque en él fueron creadas todas las cosas, en el cielo y en la tierra, el universo visible y el invisible, Tronos, Gobiernos, Autoridades, Poderes. Todo fue hecho por medio de él y para él.
El existía antes que todos, y todo se mantiene en él.
Y él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia, él que renació primero de entre los muertos, para que estuviera en el primer lugar en todo.
Así quiso Dios que «el todo» se encontrara en él
y gracias a él fuera reconciliado con Dios, porque la sangre de su cruz ha restablecido la paz tanto sobre la tierra como en el mundo de arriba.



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