martes, 11 de noviembre de 2014

Tito 3, 1-7. Se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres; no se fijó en lo bueno que hubiéramos hecho, sino que tuvo misericordia de nosotros y nos salvó. En el bautismo volvimos a nacer y fuimos renovados por el Espíritu Santo que Dios derramó sobre nosotros por Cristo Jesús, nuestro Salvador!


















Recuerda a los creyentes que se sometan a los jefes y a las autoridades, que sepan obedecer, y estén listos para todo lo que sirve.
Que no insulten a nadie, que sean pacíficos y comprensivos y traten a todos con toda cortesía.
Pues también nosotros fuimos de esos que no piensan y viven sin disciplina: andábamos descarriados, esclavos de nuestros deseos, buscando siempre el placer. Vivíamos en la malicia y la envidia, éramos insoportables y nos odiábamos unos a otros.
Pero se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres; no se fijó en lo bueno que hubiéramos hecho, sino que tuvo misericordia de nosotros y nos salvó. En el bautismo volvimos a nacer y fuimos renovados por el Espíritu Santo que Dios derramó sobre nosotros por Cristo Jesús, nuestro Salvador.
Habiendo sido reformados por gracia, esperamos ahora nuestra herencia, la vida eterna.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario