lunes, 3 de noviembre de 2014

Lucas 14, 15-24. En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete!
















Al oír estas palabras, uno de los invitados le dijo: «Feliz el que tome parte en el banquete del Reino de Dios.»
Jesús respondió: «Un hombre dio un gran banquete e invitó a mucha gente.
A la hora de la comida envió a un sirviente a decir a los invitados: «Vengan, que ya está todo listo.»
Pero todos por igual comenzaron a disculparse. El primero dijo: «Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo; te ruego que me disculpes.»
Otro dijo: «He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes.»
Y otro dijo: «Acabo de casarme y por lo tanto no puedo ir.»
Al regresar, el sirviente se lo contó a su patrón, que se enojó. Pero dijo al sirviente: «Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad y trae para acá a los pobres, a los inválidos, a los ciegos y a los cojos.»

Volvió el sirviente y dijo: «Señor, se hizo lo que mandaste y todavía queda lugar.»
El patrón entonces dijo al sirviente: «Vete por los caminos y por los límites de las propiedades y obliga a la gente a entrar hasta que se llene mi casa.
En cuanto a esos señores que había invitado, yo les aseguro que ninguno de ellos probará mi banquete.»

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