martes, 4 de noviembre de 2014

Filipenses 2, 12-18. Cumplan todo sin quejas ni discusiones; así no tendrán falla ni defecto y serán hijos de Dios sin reproche en medio de una raza descarriada y pervertida!




















Por tanto, amadísimos míos, que siempre me han escuchado, sigan procurando su salvación con temor y temblor; y si lo hicieron cuando me tenían presente, háganlo más todavía cuando estoy lejos.
Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle.
Cumplan todo sin quejas ni discusiones; así no tendrán falla ni defecto y serán hijos de Dios sin reproche en medio de una raza descarriada y pervertida. Ustedes son luz en medio de ellos, como las estrellas en el universo, al presentar les la palabra de vida. De ese modo me sentiré orgulloso de ustedes en el día de Cristo, porque mis esfuerzos y mis afanes no habrán sido inútiles.

Y aunque deba dar mi vida por la fe de ustedes, que vale más que cualquier celebración y sacrificio, me siento feliz y me alegro con todos ustedes.
Y también ustedes han de sentirse felices y alegrarse conmigo.

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