miércoles, 15 de octubre de 2014

Efesios 1, 1-10. En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotros.






















Carta de Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios,a los santos que (en Efeso) están y perseveran en Cristo:
Reciban gracia y paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesús, el Señor.
¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos ha bendecido en el cielo, en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales!
En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor nos destinó de antemano para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio de él. Así lo quiso y le pareció bien sacar alabanzas de esta gracia tan grande que nos hacía en el Bien Amado.
En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotros. Ahora nos ha dado a conocer, mediante dones de sabiduría e inteligencia, este proyecto misterioso suyo, fruto de su absoluta complacencia en Cristo.
Pues Dios quiso reunir en él, cuando llegara la plenitud de los tiempos, tanto a los seres celestiales como a los terrenales.

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