jueves, 20 de marzo de 2014

Mateo 21, 33-46. "Cultiva el espíritu humilde para que se te entregue el reino de los cielos "



















Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha.
Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera.
Por último envió a su hijo, pensando: A mi hijo lo respetarán.
Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia.
Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?»
Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra principal del edificio; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.
Ahora yo les digo a ustedes: Se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos.
Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo que lo consideraba como un profeta.

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