lunes, 9 de junio de 2014

I Reyes 17, 7-16. Lo que Yavé promete lo cumple!




























Al cabo de cierto tiempo se secó el torrente, porque no había caído lluvia alguna sobre el país.
Entonces habló Yavé a Elías:
«Levántate, anda a Sarepta, pueblo que pertenece a los sidonios, y permanece allí, porque he ordenado a una viuda que te dé comida.»
Se levantó, pues, y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que recogía leña. Elías la llamó y le dijo: «Tráeme, por favor, un poco de agua en tu cántaro para beber.»
Cuando ella iba a traérselo, la llamó desde atrás: «Tráeme también un pedazo de pan.»
Ella le respondió: «Por Yavé, tu Dios, no tengo ni una torta; no me queda nada de pan, sólo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en un cántaro. Estaba recogiendo un par de palos para el fuego y ahora vuelvo a casa a preparar esto para mí y mi hijo. Cuando lo hayamos comido, no nos quedará más que esperar la muerte.»
Elías le dijo: «No temas, vete a tu casa a hacer lo que dijiste. Pero primero hazme un panecito a mí y tráemelo, y después te lo haces para ti y tu hijo.
Porque así dice Yavé, Dios de Israel: No se terminará la harina de la tinaja ni se agotará el aceite del cántaro hasta el día en que Yavé mande la lluvia a la tierra.»
Ella se fue e hizo lo que Elías le había dicho, y tuvieron comida, ella, Elías y el hijo.
La harina de la tinaja no se agotó ni disminuyó el aceite del cántaro, según lo que había prometido Yavé por medio de Elías.

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