Se reunieron, pues, los jefes de Israel y fueron a Ramá, donde estaba Samuel, y le dijeron: «Tú ya estás viejo y tus hijos no siguen tus ejemplos. Pues bien, danos un rey para que nos gobierne, como hacen los reyes en todos los países.»
A Samuel no le gustó nada que le hubieran dicho: «Danos un rey para que nos gobierne»; e invocó a Yavé. Y Yavé dijo a Samuel: «Dale a tu pueblo lo que te pide.
Pues no te rechazan a ti, sino que es a mí a quien han rechazado para que no reine sobre ellos.
Te tratan a ti como me han tratado a mí desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy. Pues sabes cómo me abandonaron para ir tras otros dioses.
Escucha, sin embargo, su petición y les dirás cuáles son los derechos del rey que los va a gobernar.»
Samuel transmitió al pueblo que le había pedido un rey todo lo que le había dicho Yavé.
Les dijo: «Miren lo que les va a exigir su rey: les tomará a sus hijos y los destinará a su carro y a sus caballos, o también los hará correr delante de su propio carro; los empleará como jefes de mil y como jefes de cincuenta; los hará labrar y cosechar sus tierras; los hará fabricar sus armas y los aperos de sus caballos;
les tomará sus hijas para peluqueras, cocineras y panaderas;
a ustedes les tomará sus campos, sus viñas y sus mejores olivares y se los dará a sus oficiales; les tomará la décima parte de sus sembrados y de sus viñas para sus funcionarios y servidores; les tomará sus sirvientes, sus mejores bueyes y burros y los hará trabajar para él, a ustedes les sacará la décima parte de sus rebaños y ustedes mismos serán sus esclavos.
Ese día se lamentarán del rey que hayan elegido, pero Yavé ya no les responderá.»
El pueblo no quiso escuchar a Samuel y dijo: «¡No! Tendremos un rey y nosotros seremos también como los demás pueblos: nuestro rey nos dirigirá e irá al frente de nosotros en nuestros combates.»
Oyó Samuel todas las palabras de su pueblo y las repitió a los oídos de Yavé. Pero Yavé dijo a Samuel: «Hazles caso y dales un rey.»
Samuel dijo entonces a todos los hombres de Israel: «Vuelva cada uno a su ciudad.»
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