lunes, 13 de enero de 2014

I Samuel 2. 1-9. Yavé es Santo, pues nada hay fuera de Ti, no hay roca tan firme como nuestro Dios!














Entonces Ana oró y dijo:Mi alma se alegra en Yavé, en Dios me siento llena de fuerza, ahora puedo responder a mis enemigos, pues me siento feliz con tu auxilio.
Sólo Yavé es Santo, pues nada hay fuera de Ti, no hay roca tan firme como nuestro Dios.
No digan tantas palabras altaneras, ni salga de su boca la arrogancia, porque Yavé es un Dios que lo sabe todo, él juzga las acciones de todos.
El arco de los fuertes se ha quebrado y los débiles se han hecho fuertes.
Los que estaban satisfechos van a trabajar por un pedazo de pan, mientras que los débiles descansan. La mujer estéril da a luz siete veces; pero se marchita la madre de muchos hijos.
Yavé es quien da muerte y vida, quien hace bajar al lugar de los muertos y volver a la vida. Yavé da y quita riquezas, humilla y ensalza.
Levanta del polvo al desvalido
y, de la mugre, saca al pobre para que pueda sentarse con los grandes y ocupar un lugar de privilegio. Yavé ha hecho los pilares de la tierra y sobre ellos ha puesto el universo.
El guía los pasos de sus fieles y los malos desaparecen en las tinieblas, los fuertes no son ya los vencedores.



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