domingo, 13 de marzo de 2016

Juan 8, 12-20. Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre!














Jesús les habló de nuevo diciendo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá luz y vida.»

Los fariseos replicaron: «Estás hablando en tu propio favor; tu testimonio no vale nada.»

Jesús les contestó: «Aunque yo hable en mi favor, mi declaración vale, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy. Ustedes son los que no saben de dónde he venido ni adónde voy.

Ustedes juzgan con criterios humanos; yo no juzgo a nadie.

Y si yo tuviera que juzgar, mi juicio sería válido, porque yo no estoy solo; el Padre que me envió está conmigo.

En la Ley de ustedes está escrito que con dos personas el testimonio es válido.

Yo doy testimonio de mí mismo, y también el Padre que me ha enviado da testimonio de mí.»

Le preguntaron: «¿Dónde está tu Padre?» Jesús les contestó: «Ustedes no me conocen a mí ni a mi Padre; si me conocieran a mí, conocerían también a mi Padre.»

Jesús dijo estas cosas en el lugar donde se reciben las ofrendas, cuando estaba enseñando en el Templo, pero nadie lo tomó preso, porque aún no había llegado su hora.

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