Romanos 14, 7-12.
Juro por mí mismo, palabra del Señor, que toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua confesará la verdad ante Dios!
De hecho, ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo.
Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Tanto en la vida como en la muerte pertenecemos al Señor.
Por esta razón Cristo experimentó la muerte y la vida, para ser Señor de los muertos y de los que viven.
Entonces tú, ¿por qué criticas a tu hermano? O ¿por qué lo desprecias? Todos hemos de comparecer ante el tribunal de Dios.
Está escrito: Juro por mí mismo, palabra del Señor, que toda rodilla se doblará ante mí, y toda lengua confesará la verdad ante Dios.
Quede bien claro que cada uno de nosotros dará cuenta a Dios de sí mismo.
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