Grande es el Señor y muy digno de alabanzas, en la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo de hermosa altivez, alegría de toda la tierra. ¡Monte Sión, morada divina, ciudad del Gran Rey!
Dentro de sus torreones está Dios, se ha revelado como su baluarte.
Los reyes se habían unido, y juntos avanzaban, hasta que la vieron... y quedaron pasmados, presas de pánico, se dieron a la fuga.
Allí mismo los agarró un temblor, un escalofrío como de mujer en parto; así es como el viento del oriente estrella a los navíos de Tarsis.
Tal como lo oímos, así lo vimos en la ciudad del Señor Sabaot, en la ciudad de nuestro Dios: él la ha asentado para siempre.
Oh Dios, recordamos tus favores en los patios de tu Templo; que iguale, oh Dios, tu alabanza a tu nombre, y alcance los confines de la tierra.
Impone tu diestra tu justicia; se alegra el monte Sión; los pueblos de Judá saltan de gozo al presenciar tus juicios.
Recorran Sión y den la vuelta, cuenten sus torres .
Y contemplen sus defensas recorran uno a uno sus palacios; y digan a las nuevas generaciones:
¡así es nuestro Dios! Nuestro Dios por los siglos de los siglos, él nos conducirá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario