Juzga me, Señor, y ve que seguí la senda de los perfectos. En el Señor me apoyaba y por eso no me desviaba.
Revisa me, Señor, y pon me a prueba, pon en el crisol mi conciencia, mi corazón.
Tu amor lo tengo ante mis ojos y tomo en cuenta tu fidelidad.
Con hombres tramposos no me siento ni me meto en la casa del hipócrita.
Aborrezco el partido de los malos y con los malvados no me siento.
Lavo mis manos, que están limpias, y en torno a tu altar voy caminando,
mientras entono mi acción de gracias y recuerdo tus obras admirables.
Señor, cuánto amo la casa en que moras, y el lugar donde reside tu gloria.
No me confundas con las almas pecadoras, que no tenga mi vida el fin de los violentos,
cuyas manos están manchadas y cuyos bolsillos se llenan con sobornos.
Y a mí, como busco ser perfecto, rescata me, Señor, ten piedad de mí.
Mis pies pisan en terreno llano, bendeciré al Señor en las asambleas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario