sábado, 31 de agosto de 2013
Salmo 67. ¡Que Dios tenga piedad y nos bendiga, nos ponga bajo la luz de su rostro!
¡Que Dios tenga piedad y nos bendiga, nos ponga bajo la luz de su rostro!
Para que conozcan en la tierra tu camino, tu salvación en todas la naciones.
Que los pueblos te den gracias, oh Dios, que todos los pueblos te den gracias..
Que los poblados se alegren y te canten. Pues tú juzgas los pueblos con justicia, tú riges a los pueblos de la tierra.
Que los pueblos te den gracias, oh Dios, que todos los pueblos te den gracias.
Ha entregado la tierra su cosecha, Dios, nuestro Dios, nos dio su bendición;
que nos bendiga Dios, y sea temido hasta los confines de la tierra.
Lucas 14, 1-14. ¡El que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado! ¡Cuando des un almuerzo o una comida a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos!
Un sábado Jesús fue a comer a la casa de uno de los fariseos más importantes, y ellos lo observaban.
Por casualidad había delante de él un hombre que sufría de hinchazón.
Jesús preguntó a los maestros de la Ley y a los fariseos: «¿Está permitido por la Ley curar en día sábado o no?»
Pero ninguno respondió. Jesús entonces se acercó al enfermo, lo curó y lo despidió.
Después les dijo: «Si a uno de ustedes se le cae su burro o su buey en un pozo en día sábado, ¿acaso no va en seguida a sacarlo?»
Y no pudieron contestarle.
Jesús notó que los invitados trataban de ocupar los puestos de honor, por lo que les dio esta lección:
«Cuando alguien te invite a un banquete de bodas, no escojas el mejor lugar. Puede ocurrir que haya sido invitado otro más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga y te diga: Deja tu lugar a esta persona. Y con gran vergüenza tendrás que ir a ocupar el último lugar.
Al contrario, cuando te inviten, ponte en el último lugar y así, cuando llegue el que te invitó, te dirá: Amigo, ven más arriba. Esto será un gran honor para ti ante los demás invitados.
Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado.»
Jesús dijo también al que lo había invitado: «Cuando des un almuerzo o una comida, no invites a tus amigos, hermanos, parientes o vecinos ricos, porque ellos a su vez te invitarán a ti y así quedarás compensado.
Cuando des un banquete, invita más bien a los pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos.
¡Qué suerte para ti, si ellos no pueden compensarte! Pues tu recompensa la recibirás en la resurrección de los justos.»
viernes, 30 de agosto de 2013
Salmo 97. Alégrense, justos en el Señor, y den gracias a su santo nombre!
¡El Señor reina, alégrese la tierra, regocíjense las islas numerosas!
Lo rodea una nube tenebrosa, justicia y derecho son la base de su trono.
Va avanzando un fuego delante de él, que alrededor devora a sus contrarios.
Sus relámpagos iluminan el mundo, la tierra lo contempla y se estremece.
Los montes se derriten como cera ante el que es Amo de toda la tierra;
los cielos proclaman su justicia y todos los pueblos ven su gloria.
Se avergüenzan los que adoran ídolos, los que se jactan de cosas estúpidas.
¡Todos los dioses se postran ante él!
¡Todos los dioses se postran ante él!
Sión lo ha oído y se regocija, se festejan los pueblos de Judá a la espera, Señor, de tus sentencias.
Porque tú eres Señor Altísimo en toda la tierra, que destaca muy por encima de los dioses.
Amados del Señor, odien el mal, pues él cuida las almas de sus fieles y los libra de manos de malvados.
La luz ya asoma para el justo y la alegría, para los de recto corazón.
Alégrense, justos en el Señor, y den gracias a su santo nombre.
Mateo 25,14-30. Al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene!
Mateo 25, 14-30
Al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene!
Escuchen también esto. Un hombre estaba a punto de partir a tierras lejanas, y reunió a sus servidores para confiarles todas sus pertenencias.
Al primero le dio cinco talentos de oro, a otro le dio dos, y al tercero solamente uno, a cada cual según su capacidad. Después se marchó.
El que recibió cinco talentos negoció en seguida con el dinero y ganó otros cinco.
El que recibió dos hizo otro tanto, y ganó otros dos.
Pero el que recibió uno cavó un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su patrón.
Después de mucho tiempo, vino el señor de esos servidores, y les pidió cuentas.
El que había recibido cinco talentos le presentó otros cinco más, diciéndole: «Señor, tú me entregaste cinco talentos, pero aquí están otros cinco más que gané con ellos.»
El patrón le contestó: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te voy a confiar mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón.»
Vino después el que recibió dos, y dijo: «Señor, tú me entregaste dos talentos, pero aquí tienes otros dos más que gané con ellos.»
El patrón le dijo: «Muy bien, servidor bueno y honrado; ya que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré mucho más. Ven a compartir la alegría de tu patrón».
Por último vino el que había recibido un solo talento y dijo: «Señor, yo sabía que eres un hombre exigente, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has invertido.
Por eso yo tuve miedo y escondí en la tierra tu dinero. Aquí tienes lo que es tuyo.»
Pero su patrón le contestó: «¡Servidor malo y perezoso! Si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he invertido, debías haber colocado mi dinero en el banco. A mi regreso yo lo habría recuperado con los intereses.
Quiten le, pues, el talento y entréguenselo al que tiene diez.
Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia, pero al que no produce se le quitará hasta lo que tiene.
Y a ese servidor inútil, echen lo a la oscuridad de afuera: allí será el llorar y el rechinar de dientes.»
jueves, 29 de agosto de 2013
El que no haga caso de estas advertencias desobedece, no a un hombre, sino al mismo Dios, que les da a ustedes su Espíritu Santo!
El que no haga caso de estas advertencias desobedece, no a un hombre, sino al mismo Dios, que les da a ustedes su Espíritu Santo!
Por lo demás, hermanos, les pedimos y rogamos en nombre del Señor Jesús: Aprendieron de nosotros cómo han de portarse para agradar a Dios; ya viven así, pero procuren hacer nuevos progresos.
Conocen las tradiciones que les entregamos con la autoridad del Señor Jesús:
la voluntad de Dios es que se hagan santos y que rehúyan la libertad sexual.
Que cada uno se comporte con su esposa con santidad y respeto,
y no se deje llevar por el deseo, como hace la gente que no conoce a Dios.
Que nadie ofenda a su hermano o hermana en esta materia o se aproveche de él. El Señor pedirá cuentas de todas estas cosas, como ya se lo hemos dicho y declarado.
Pues Dios no nos llamó a vivir en la impureza, sino en la santidad.
Por eso, el que no haga caso de estas advertencias desobedece, no a un hombre, sino al mismo Dios, que les da a ustedes su Espíritu Santo.
Mateo 25,1-13. Estén despiertos, porque no saben el día ni la hora!
Mateo 25,1-13
Estén despiertos, porque no saben el día ni la hora.
Escuchen, pues, lo que pasará entonces en el Reino de los Cielos. Diez jóvenes salieron con sus lámparas para salir al encuentro del novio.
Cinco de ellas eran descuidadas y las otras cinco precavidas.
Las descuidadas tomaron sus lámparas como estaban, sin llevar más aceite consigo.
Las precavidas, en cambio, junto con las lámparas, llevaron sus botellas de aceite.
Como el novio se demoraba en llegar, se adormecieron todas y al fin se quedaron dormidas.
Al llegar la medianoche, se oyó un gritó: «¡Viene el novio, salgan a su encuentro!»
Todas las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Entonces las descuidadas dijeron a las precavidas: «Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.»
Las precavidas dijeron: «No habría bastante para ustedes y para nosotras; vayan mejor a donde lo venden, y compren para ustedes.»
Mientras fueron a comprar el aceite, llegó el novio; las que estaban listas entraron con él a la fiesta de las bodas, y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron las otras jóvenes y llamaron: «Señor, Señor, ábrenos.»
Pero él respondió: «En verdad, se lo digo: no las conozco.»
Por tanto, estén despiertos, porque no saben el día ni la hora.
miércoles, 28 de agosto de 2013
¡El Señor es grande!
Salmo 70
¡El Señor es grande!
Dígnate, oh Dios, librarme; apresúrate, Señor, en socorrerme.
Queden avergonzados y humillados los que buscan mi muerte. Que retrocedan, confundidos, los que se alegran con mi desgracia.
Que se escondan de vergüenza los que dicen: "¡Esta vez lo pillamos!"
Pero que en ti se alegren y regocijen todos los que te buscan; y los que esperan tu salvación repetirán: "¡El Señor ha sido grande!"
¡Tú ves cuán pobre soy y desdichado! oh Dios, ven pronto a verme. ¡Tú eres mi socorro, mi liberador, Señor, no tardes más!
La palabra de Dios!
La palabra de Dios!
Me llegó una palabra de Yavé :
«Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.»
Yo exclamé: «Ay, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!»
Y Yavé me contestó: «No me digas que eres un muchacho. Irás adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande.
No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte -palabra de Yavé.»
Entonces Yavé extendió su mano y me tocó la boca, diciéndome: «En este momento pongo mis palabras en tu boca.
En este día te encargo los pueblos y las naciones: Arrancarás y derribarás, perderás y destruirás, edificarás y plantarás.»
Me llegó una palabra de Yavé: «¿Reconoces esta visión?»
Yo dije: «La rama es del árbol que llaman alerta.» Yavé respondió: «No te equivocas, pues yo estoy así alerta a mi palabra, para cumplirla.»
Luego me llegó una palabra de Yavé: «¿Qué estás viendo?» Y contesté: «Veo una olla echando espumas, y la cosa viene del norte.»
Yavé me dijo: «Del norte se viene derramando el desastre, y alcanzará a todos los habitantes de este país.
Pues estoy llamando a todos los reinos del norte -palabra de Yavé-. Aquí vienen y cada uno de ellos establece sus cuarteles frente a una de las entradas de Jerusalén, frente a sus murallas y frente a las ciudades de Judá.
Voy a hacer justicia con este pueblo que me ha dejado para hacer el mal; ha quemado incienso a dioses extranjeros, y se ha puesto a servir a dioses que ellos mismos se fabricaron.
Tú, ahora, muévete y anda a decirles todo lo que yo te mande. No temas enfrentarlos, porque yo también podría asustarte delante de ellos.
Este día hago de ti una fortaleza, un pilar de hierro y una muralla de bronce frente a la nación entera: frente a los reyes de Judá y a sus ministros, frente a los sacerdotes y a los propietarios.
llos te declararán la guerra, pero no podrán vencerte, pues yo estoy contigo para ampararte -palabra de Yavé-.»
martes, 27 de agosto de 2013
Con la predicación se procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones!
1º Carta a los Tesalonicenses, 2, 2-9
Con la predicación se procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones!
Acabábamos de ser muy maltratados e insultados en Filipos, pero, confiados en nuestro Dios, nos atrevimos a anunciarles el mensaje de Dios, enfrentando nuevas luchas.
Les dijimos verdades; no teníamos propósitos sucios y no hubo engaño. No.
Dios mismo nos ha examinado y nos ha encargado su evangelio, y por tanto nuestra predicación procura agradar, no a los hombres, sino a Dios, que penetra los corazones.
Nunca los halagamos con palabras bonitas, como ustedes saben; ni tampoco buscamos dinero, y esto lo sabe Dios.
Tampoco buscamos que la gente nos rindiera honores, fueran ustedes u otros,
a pesar de que, como apóstoles de Cristo, hubiéramos podido ser pesados. Por el contrario nos hicimos pequeños entre ustedes, imitando a la madre que juega con su criatura.
Y era tal nuestra preocupación por ustedes, que estábamos dispuestos a darles, no sólo el Evangelio, sino también nuestra propia vida, tan queridos habían llegado a ser para nosotros.
Recuerden, hermanos, nuestros trabajos y fatigas. Mientras les predicábamos el Evangelio de Dios, trabajábamos noche y día para no ser una carga para ninguno.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!
Mateo 23,27-32
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes son como sepulcros bien pintados, que se ven maravillosos, pero que por dentro están llenos de huesos y de toda clase de podredumbre.
Ustedes también aparentan como que fueran personas muy correctas, pero en su interior están llenos de falsedad y de maldad.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes construyen sepulcros para los profetas y adornan los monumentos de los hombres santos.
También dicen: Si nosotros hubiéramos vivido en tiempos de nuestros padres, no habríamos consentido que mataran a los profetas.
Así ustedes se proclaman hijos de quienes asesinaron a los profetas.
¡Terminen, pues, de hacer lo que sus padres comenzaron!
lunes, 26 de agosto de 2013
Salmos 138. ¡Es muy grande la gloria del Señor!
Te doy gracias, Señor, de todo corazón, pues oíste las palabras de mi boca. Canto para ti en presencia de los ángeles,
y me postro ante tu Templo santo. Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad, pues tu palabra ha superado a tu renombre.
El día en que clamé, me respondiste y aumentaste la fuerza en mi alma.
Te darán gracias, Señor, todos los reyes de la tierra, cuando oigan las palabras de tu boca,
celebrarán los caminos del Señor: "¡Es muy grande la gloria del Señor!"
Desde arriba el Señor ve a los humildes y de lejos distingue al orgulloso.
Si en medio de angustias caminare tú me harías vivir; con tu mano paras al enemigo y tu diestra me salva..
El Señor lo hará todo por mí, Señor, tu amor perdura para siempre, no abandones la obra de tus manos.
Mateo 23, 23-26. Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas!
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo hasta sobre la menta, el anís y el comino, pero no cumplen la Ley en lo que realmente tiene peso: la justicia, la misericordia y la fe. Ahí está lo que ustedes debían poner por obra, sin descartar lo otro.
¡Guías ciegos! Ustedes cuelan un mosquito, pero se tragan un camello.
¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes purifican el exterior del plato y de la copa, después que la llenaron de robos y violencias.
¡Fariseo ciego! Purifica primero lo que está dentro, y después purificarás también el exterior.
domingo, 25 de agosto de 2013
Mateo 23,13-22. Les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden!
Mateo 23,13-22
Les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden!
Por eso les hablo en parábolas, porque miran, y no ven; oyen, pero no escuchan ni entienden.
En ellos se verifica la profecía de Isaías: Por más que oigan, no entenderán, y por más que miren, no verán.
Este es un pueblo de conciencia endurecida. Sus oídos no saben escuchar, sus ojos están cerrados. No quieren ver con sus ojos, ni oír con sus oídos y comprender con su corazón. Pero con eso habría conversión y yo los sanaría.
¡Dichosos los ojos de ustedes, que ven!; ¡dichosos los oídos de ustedes, que oyen!
Yo se lo digo: muchos profetas y muchas personas santas ansiaron ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron.
Escuchen ahora la parábola del sembrador:
Cuando uno oye la palabra del Reino y no la interioriza, viene el Maligno y le arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Ahí tienen lo que cayó a lo largo del camino.
La semilla que cayó en terreno pedregoso, es aquel que oye la Palabra y en seguida la recibe con alegría.
En él, sin embargo, no hay raíces, y no dura más que una temporada. Apenas sobreviene alguna contrariedad o persecución por causa de la Palabra, inmediatamente se viene abajo.
La semilla que cayó entre cardos, es aquel que oye la Palabra, pero luego las preocupaciones de esta vida y los encantos de las riquezas ahogan esta palabra, y al final no produce fruto.
sábado, 24 de agosto de 2013
Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige!
Hebreos 12, 5-13
Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige!
Tal vez hayan olvidado la palabra de consuelo que la sabiduría les dirige como a hijos: Hijo, no te pongas triste porque el Señor te corrige, no te desanimes cuando te reprenda;
pues el Señor corrige al que ama y castiga al que recibe como hijo.
Ustedes sufren, pero es para su bien, y Dios los trata como a hijos: ¿a qué hijo no lo corrige su padre?
Si no conocieran la corrección, que ha sido la suerte de todos, serían bastardos y no hijos.
Además, cuando nuestros padres según la carne nos corregían, los respetábamos. ¿No deberíamos someternos con mayor razón al Padre de los espíritus para tener vida?
Nuestros padres nos corregían sin ver más allá de la vida presente, tan corta, mientras que El mira a lo que nos ayudará a alcanzar su propia santidad.
Ninguna corrección nos alegra en el momento, más bien duele; pero con el tiempo, si nos dejamos instruir, traerá frutos de paz y de santidad.
Por lo tanto, levanten las manos caídas y fortalezcan las rodillas que tiemblan,
enderecen los caminos tortuosos por donde han de pasar, para que el cojo no se pierda y más bien se mejore.
Lucas 13, 22-30 ¿Es verdad que son pocos los que se salvarán?
¿Es verdad que son pocos los que se salvarán?
Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos mientras se dirigía a Jerusalén.
Alguien le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos los que se salvarán?»
Jesús respondió: «Esfuércense por entrar por la puerta angosta, porque yo les digo que muchos tratarán de entrar y no lo lograrán.
Si a ustedes les ha tocado estar fuera cuando el dueño de casa se levante y cierre la puerta, entonces se pondrán a golpearla y a gritar: ¡Señor, ábrenos! Pero les contestará: No sé de dónde son ustedes.
Entonces comenzarán a decir: Nosotros hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas.
Pero él les dirá de nuevo: No sé de dónde son ustedes. ¡Aléjense de mí todos los malhechores!
Habrá llanto y rechinar de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, y ustedes, en cambio, sean echados fuera.
Gente del oriente y del poniente, del norte y del sur, vendrán a sentarse a la mesa en el Reino de Dios.
¡Qué sorpresa! Unos que estaban entre los últimos son ahora primeros, mientras que los primeros han pasado a ser últimos. »
Por las familias y los niños de Siria!
San Mateo 18, 1-5. 10. 12-14
¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos?
En aquel tiempo, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: ¿Quién es el más importante en el Reino de los Cielos? El llamó a un niño, lo puso en medio, y dijo: Os digo que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Por lo tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el Reino de los Cielos.
El que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
viernes, 23 de agosto de 2013
Salmos, 144. Dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor !
Bendito sea el Señor, Roca mía, que mis manos adiestra para el combate y mis dedos para la batalla, él es mi refugio y mi baluarte, mi fortaleza y mi libertador, mi escudo en que me amparo, él humilla los pueblos a mis pies.
Señor, ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes? ¿qué es el hijo de Adán para que en él pienses?
El hombre es como un soplo, sus días como la sombra que pasa.
Señor, inclina tus cielos y desciende, toca los montes para que echen humo.
Envía tus relámpagos, dispérsalos, tira tus flechas y cáusales estragos.
Desde lo alto tiéndeme tus manos, sálvame sacándome de las aguas profundas y de manos de los hijos de extranjeros, cuya boca dice falsedades y su diestra es una diestra de perjurio.
Oh Dios, quiero cantarte un canto nuevo, y tocar para ti en la lira de diez cuerdas, a ti que das a los reyes la victoria, que salvas a David, tu servidor de la espada que mata.
Aquí están nuestros hijos como plantas que van creciendo desde su niñez, nuestras hijas son columnas angulares esculpidas en el frontis de un palacio.
Están nuestros graneros muy repletos, rebosantes de toda clase de cosechas; nuestras ovejas se cuentan por miles, por millares se ven en nuestros campos; nuestras bestias viajan muy cargadas. No hay hoyos en los muros ni rendiciones, ni gritos de lamento en nuestras plazas.
Dichoso el pueblo que esta suerte tiene, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Juan 1,45-51. Verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre
Juan 1,45-51
Verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre!
Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿Puede salir algo bueno de Nazaret?» Felipe le contestó: «Ven y verás. »
Cuando Jesús vio venir a Natanael, dijo de él: «Ahí viene un verdadero israelita: éste no sabría engañar.»
Natanael le preguntó: «¿Cómo me conoces?» Jesús le respondió: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, yo te vi.»
Natanael exclamó: «Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le dijo: «Tú crees porque te dije que te vi bajo la higuera. Pero verás cosas aun mayores que éstas.
En verdad les digo que ustedes verán los cielos abiertos y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.»
jueves, 22 de agosto de 2013
Salmo 145 ¡Justo es el Señor en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras!
Salmo 145
Justo es el Señor en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras!
Te celebro, oh Rey mi Dios, y bendigo tu nombre para siempre.
Deseo bendecirte cada día, alabaré tu Nombre para siempre.
Grande es el Señor, muy digno de alabanza, y no puede medirse su grandeza.
De generación en generación se celebran tus obras, se cuentan tus proezas.
El esplendor, la gloria de tu Nombre, tus maravillas, los repetiré.
De tu poder formidable se hablará, y tus grandezas yo las contaré.
Nos harán recordar tu gran bondad y se proclamará tu justicia.
El Señor es ternura y compasión, paciente y lleno de amor.
El Señor es bondad para con todos, sus ternuras están en todas sus obras.
Te den gracias, Señor, todas tus obras, te bendigan tus amigos;
que hablen de la gloria de tu reino y anuncien tus hazañas,
para que vean los hombres tus proezas, el brillo y la gloria de tu reino.
Tu reino es reino por todos los siglos y tu imperio, por todas las edades. Fiel es el Señor en todas sus palabras y bondadoso en todas sus obras.
Sostiene el Señor a todos los que caen, a los que están encorvados endereza.
Los ojos de todos de ti esperan que les des a su tiempo su alimento.
Tú sólo abres tu mano, y satisfaces de lo que quiera a todo ser viviente.
Justo es el Señor en todos sus caminos y bondadoso en todas sus obras.
Cerca está el Señor de los que le invocan, de todos los que lo invocan de verdad.
Les da en el gusto a todos los que lo temen, escucha su clamor y los salva.
El Señor guarda a todos los que lo aman, y a todos los malvados extermina. ¡Que mi boca proclame la alabanza del Señor y todo ser carnal bendiga su santo nombre, por siempre y para siempre!
¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley?
Mateo 22,34-40
¿Cuál es el mandamiento más importante de la Ley?
Cuando los fariseos supieron que Jesús había hecho callar a los saduceos, se juntaron en torno a él.
«Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la Ley?».
Jesús le dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.
Este es el gran mandamiento, el primero.
Pero hay otro muy parecido: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Toda la Ley y los Profetas se fundamentan en estos dos mandamientos.»
miércoles, 21 de agosto de 2013
Salmo 112 ¡Feliz el hombre que teme al Señor y valora mucho sus mandamientos!
¡Aleluya! ¡Feliz el hombre que teme al Señor y valora mucho sus mandamientos!
Su semilla será pujante en el país, los retoños del hombre bueno serán benditos.
Habrá en su casa bienes y riquezas, y su honradez, que durará para siempre.
Brilla como luz en las tinieblas para los de recto corazón; él comprende, es clemente y justo.
Le va bien al compasivo y que presta, y lleva sus negocios en conciencia, pues nada logrará perturbarlo: el recuerdo del justo será eterno.
No tiene miedo a las malas noticias, pues en su corazón confía en el Señor, su corazón está firme, nada teme, al final, despreciará a sus adversarios.
Es generoso en dar a los pobres, su honradez permanece para siempre, su cuerno aumenta en gloria.
El malvado lo ve y se irrita, le rechinan los dientes, se debilita; nada queda del deseo de los malos.
Mateo 22, 1-14. Muchos son llamados, mas pocos escogidos!
Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo:
«El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.
Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.
Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: "Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda."
Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
Entonces dice a sus siervos: "La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.
Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda."
Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
«Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda,
le dice: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?" El se quedó callado.
Entonces el rey dijo a los sirvientes: "Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes."
Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»
martes, 20 de agosto de 2013
Salmo 20. El Señor salva a su ungido; le respondió desde su santo cielo y le dio la victoria: su diestra hace proezas!
Que el Señor te responda en el día aciago y te proteja el Nombre del Dios de Jacob.
Que del Santuario te envíe socorro y desde Sión te venga su auxilio.
Que se acuerde de todas tus ofrendas y reciba con agrado tu holocausto.
Que te conceda según tus deseos y lleve a buen fin todos tus proyectos.
Que podamos celebrar tu victoria y enarbolar el nombre de nuestro Dios. ¡Que el Señor atienda todas tus peticiones!
Ahora sé que el Señor salva a su ungido; le respondió desde su santo cielo y le dio la victoria: su diestra hace proezas.
Unos en carros, otros a caballo, pero nosotros sólo recurrimos al nombre del Señor, nuestro Dios.
Ellos tropiezan y caen, mientras nosotros nos levantamos y nos recuperamos.
¡Oh Señor, salva al rey, atiéndenos, pues hoy a ti clamamos!
Mateo 20, 1-28. Hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre!
Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un propietario salió de madrugada a contratar trabajadores para su viña.
Se puso de acuerdo con ellos para pagarles una moneda de plata al día, y los envió a su viña.
Salió de nuevo hacia las nueve de la mañana, y al ver en la plaza a otros que estaban desocupados, les dijo: «Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo.» Y fueron a trabajar.
Salió otra vez al mediodía, y luego a las tres de la tarde, e hizo lo mismo.
Ya era la última hora del día, la undécima, cuando salió otra vez y vio a otros que estaban allí parados. Les preguntó: «¿Por qué se han quedado todo el día sin hacer nada?»
Contestaron ellos: «Porque nadie nos ha contratado.» Y les dijo: «Vayan también ustedes a trabajar en mi viña.»
Al anochecer, dijo el dueño de la viña a su mayordomo: «Llama a los trabajadores y págales su jornal, empezando por los últimos y terminando por los primeros.»
Vinieron los que habían ido a trabajar a última hora, y cada uno recibió un denario (una moneda de plata).
Cuando llegó el turno a los primeros, pensaron que iban a recibir más, pero también recibieron cada uno un denario.
Por eso, mientras se les pagaba, protestaban contra el propietario.
Decían: «Estos últimos apenas trabajaron una hora, y los consideras igual que a nosotros, que hemos aguantado el día entero y soportado lo más pesado del calor.»
El dueño contestó a uno de ellos: «Amigo, yo no he sido injusto contigo. ¿No acordamos en un denario al día?
Toma lo que te corresponde y márchate. Yo quiero dar al último lo mismo que a ti.
¿No tengo derecho a llevar mis cosas de la manera que quiero? ¿O será porque soy generoso, y tú envidioso?»
Así sucederá: los últimos serán primeros, y los primeros serán últimos.»
Mientras iban subiendo a Jerusalén, Jesús tomó aparte a los Doce y les dijo por el camino: «Ya estamos subiendo a Jerusalén; el Hijo del Hombre va a ser entregado a los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la Ley, que lo condenarán a muerte.
Ellos lo entregarán a los extranjeros, que se burlarán de él, lo azotarán y lo crucificarán. Pero resucitará al tercer día.»
Entonces la madre de Santiago y Juan se acercó con sus hijos a Jesús y se arrodilló para pedirle un favor.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres?» Y ella respondió: «Aquí tienes a mis dos hijos. Asegúrame que, cuando estés en tu reino, se sentarán uno a tu derecha y otro a tu izquierda.»
Jesús dijo a los hermanos: «No saben lo que piden. ¿Pueden ustedes beber la copa que yo tengo que beber?» Ellos respondieron: «Podemos.»
Jesús replicó: «Ustedes sí beberán mi copa, pero no me corresponde a mí el concederles que se sienten a mi derecha y a mi izquierda. Eso será para quienes el Padre lo haya dispuesto.»
Los otros diez se enojaron con los dos hermanos al oír esto.
Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los gobernantes de las naciones actúan como dictadores y los que ocupan cargos abusan de su autoridad.
Pero no será así entre ustedes. Al contrario, el de ustedes que quiera ser grande, que se haga el servidor de ustedes,
y si alguno de ustedes quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el esclavo de todos; hagan como el Hijo del Hombre, que no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por una muchedumbre.»
lunes, 19 de agosto de 2013
Salmo 84 ¡Qué amables son tus moradas, Señor Sabaot!
¡Qué amables son tus moradas, Señor Sabaot!
Mi alma suspira y hasta languidece por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne gritan de alegría al Dios que vive.
Hasta el pajarillo encuentra casa, y la alondra un nido, donde dejar sus polluelos: cerca de tus altares, Señor Sabaot, ¡oh mi Rey y mi Dios!
Felices los que habitan en tu casa, se quedarán allí para alabarte.
Dichosos los hombres cuya fuerza eres tú y que gustan de subir hasta ti.
Al pasar por el valle de los Sauces, beben allí de la fuente ya bendita por las primeras lluvias; pasan por las murallas una a una, hasta presentarse a Dios en Sión.
¡Oh Señor, Dios Sabaot, escucha mi plegaria, oye con atención, Dios de Jacob!
Mira, oh Dios, nuestro escudo, contempla la cara de tu ungido.
Vale por mil un día en tus atrios, y prefiero quedarme en el umbral, delante de la casa de mi Dios antes que compartir la casa del malvado.
El Señor es un baluarte y un escudo, el Señor dará la gracia y la gloria a los que marchan rectamente: ninguna bendición les negará.
¡Oh Señor Sabaot, feliz el que confía en ti!
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