Ustedes estaban muertos a causa de sus faltas y sus pecados.
Con ellos eguían la corriente de este mundo y al soberano que reina entre el cielo y la tierra, el espíritu que ahora está actuando en los corazones rebeldes.
De ellos éramos también nosotros, y nos dejamos llevar por las codicias humanas, obedeciendo a los deseos de nuestra naturaleza y consintiendo sus proyectos. E íbamos directamente al castigo, lo mismo que los demás.
Pero Dios es rico en misericordia: ¡con qué amor tan inmenso nos amó!
Estábamos muertos por nuestras faltas y nos hizo revivir con Cristo: ¡por pura gracia ustedes han sido salvados!
Nos resucitó en Cristo Jesús y con él, para sentarnos con él en el mundo de arriba.
En Cristo Jesús Dios es todo generosidad para con nosotros, por lo que quiere manifestar en los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia.
Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino que es un don de Dios; tampoco lo merecieron por sus obras, de manera que nadie tiene por qué sentirse orgulloso.
Lo que somos es obra de Dios: hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocupáramos en ellas.
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