¿Hay entre ustedes alguno desanimado? Que rece. ¿Está alguno alegre? Que cante himnos a Dios.
¿Hay alguno enfermo? Que llame a los ancianos de la Iglesia, que oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor.
La oración hecha con fe salvará al que no puede levantarse; el Señor hará que se levante; y si ha cometido pecados, se le perdonarán.
Reconozcan sus pecados unos ante otros y recen unos por otros para que sean sanados. La súplica del justo tiene mucho poder con tal de que sea perseverante:
Elías era hombre y mortal como nosotros, pero cuando rogó insistentemente para que no lloviese en el país, no llovió durante tres años y medio; después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo frutos.
Hermanos, si alguno de ustedes se extravía lejos de la verdad y otro lo hace volver, sepan que el que aparta a un pecador de su mal camino, salva un alma de la muerte y hace olvidar muchos pecados.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario