Vinieron los fariseos y empezaron a discutir con Jesús. Querían ponerlo en apuros, y esperaban de él una señal que viniera del Cielo.
Jesús suspiró profundamente y exclamó: «¿Por qué esta gente pide una señal? Yo les digo que a esta gente no se le dará ninguna señal.»
Y dejándolos, subió a la barca y se fue al otro lado del lago.
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