Escribe al ángel de la Iglesia de Sardes: Así habla el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; te creen vivo, pero estás muerto.
Despiértate y reanima lo que todavía no ha muerto, pues tus obras me parecen muy mediocres a la luz de Dios.
Recuerda lo que recibiste y oíste; ponlo en práctica y arrepiéntete. Porque si no te mantienes despierto vendré como un ladrón, sin que sepas a qué hora te sorprenderé.
Tengo, sin embargo, los nombres de unos pocos de Sardes que no mancharon sus ropas; ésos me acompañarán vestidos de blanco, porque se lo merecen.
El vencedor vestirá de blanco. Nunca borraré su nombre del libro de la vida, sino que proclamaré su nombre delante de mi Padre y de sus ángeles.
El que tenga oídos, escuche este mensaje del Espíritu a las Iglesias.
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