¡Pobres de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar el primer puesto en las sinagogas y ser saludados en las plazas!
¡Pobres de ustedes!, porque son como esas tumbas que apenas se notan : uno no se da cuenta sino cuando ya las ha pisado.»
Un maestro de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: «Maestro, al hablar así nos ofendes también a nosotros.»
El contestó: «¡Pobres de ustedes también, maestros de la Ley, porque imponen a los demás cargas insoportables, y ustedes ni siquiera mueven un dedo para ayudarles!
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