lunes, 31 de marzo de 2014
Ezequiel 47, 1-12. "¿Has visto, hijo de hombre?" Después de eso me hizo pasear por la orilla.Cuando regreso al torrente, veo que hay en la orilla muchos árboles, a ambos lados del torrente. Me dijo: "Esa agua corre hacia la región este, desciende hacia la Arabá y desemboca en el mar Muerto para que sus aguas queden sanas. Todo ser viviente, todo lo que se mueva por donde pase el torrente se llenará de vida; la pesca será allí muy abundante
El me llevó a la entrada del Templo y vi que brotaba agua de debajo del dintel de la Casa: corría hacia el oriente igual como la Casa que daba al oriente. El agua brotaba del lado sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico norte y que diera la vuelta por el exterior hasta el pórtico este: el agua corría ahora a mi derecha.
El hombre se alejó al oriente. Midió mil codos con la vara que sostenía en la mano, luego me dijo que atravesara el arroyuelo: el agua me llegaba apenas a los tobillos.
Midió luego mil codos y me dijo que atravesara el arroyo; el agua me llegaba a las rodillas. Midió otra vez mil codos y me dijo que atravesara el estero: el agua me llegaba a la cintura.
Midió todavía mil codos: esa vez no pude atravesar el torrente; las aguas habían subido, se habían convertido en un río que no se podía atravesar a pie sino a nado.
Me dijo entonces: "¿Has visto, hijo de hombre?" Después de eso me hizo pasear por la orilla.Cuando regreso al torrente, veo que hay en la orilla muchos árboles, a ambos lados del torrente.
Me dijo: "Esa agua corre hacia la región este, desciende hacia la Arabá y desemboca en el mar Muerto para que sus aguas queden sanas.
Todo ser viviente, todo lo que se mueva por donde pase el torrente se llenará de vida; la pesca será allí muy abundante. Bastará con que lleguen sus aguas para que haya salud y vida por donde ellas pasen.
Los pescadores se instalarán en sus orillas desde En-Guedi hasta En-Elayim: allí echarán sus redes. Los pescados serán muy numerosos, de las mismas especies que hay en el Gran Mar.
Los pantanos y lagunas, en cambio, serán insalubres; quedarán como salinas.
En las márgenes del torrente, desde principio a fin, crecerán toda clase de árboles frutales; su follaje no se secará, tendrán frutas en cualquier estación: Producirán todos los meses gracias a esa agua que viene del santuario. La gente se alimentará con sus frutas y sus hojas les servirán de remedio.
Salmo 45. Tu trono, oh Dios, es firme para siempre. Cetro de rectitud es el de tu reinado!
Lleno me siento de palabras bellas, recitaré al rey, yo, mi poema: mi lengua es como un lápiz de escritor.
Tú eres el más hermoso entre los hombres, en tus labios la gracia se derrama, así Dios te bendijo para siempre.
Cíñete ya la espada, poderoso, con gloria y con honor anda y cabalga por la causa de la verdad, la piedad y el derecho. Haces proezas con armas en la mano:
tus flechas son agudas,
los pueblos se te rinden;
los enemigos del rey pierden coraje.
Tu trono, oh Dios, es firme para siempre. Cetro de rectitud es el de tu reinado.
Amas lo justo y odias lo que es malo; por eso Dios, tu Dios, te dio a ti solo una unción con perfumes de alegría como no se la dio a tus compañeros.
Mirra y áloe impregnan tus vestidos, el son del arpa alegra tu casa de marfil.
Hijas de reyes son tus muy amadas, una reina se sienta a tu derecha, oro de Ofir en sus vestiduras luce.
Ahora tú, hija, atiéndeme y escucha: olvida a tu pueblo y la casa de tu padre, y tu hermosura al rey conquistará. El es tu Señor:
los grandes de Tiro ante él se postrarán. Ahí vienen los ricos del país a rendirte homenaje.
La hija del rey, con oro engalanada, es introducida al interior,
vestida de brocados al rey es conducida. La siguen sus compañeras vírgenes que te son presentadas.
Escoltadas de alegría y júbilo, van entrando al palacio real.
En lugar de tus padres tendrás hijos, que en todas partes príncipes serán.
Gracias a mí yo quiero que tu nombre viva de una a otra generación y que los pueblos te aclamen para siempre.
Juan 5, 1-16. Jesús te dice: ¿Te quieres sanar?
Después de esto se celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, cerca de la Puerta de las Ovejas, una piscina llamada en hebreo Betesda. Tiene ésta cinco pórticos, y bajo los pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, tullidos (y paralíticos. Todos esperaban que el agua se agitara, porque un ángel del Señor bajaba de vez en cuando y removía el agua; y el primero que se metía después de agitarse el agua quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.)
Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.
Jesús lo vio tendido, y cuando se enteró del mucho tiempo que estaba allí, le dijo: «¿Quieres sanar?»
El enfermo le contestó: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, y mientras yo trato de ir, ya se ha metido otro.»
Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda.»
Al instante el hombre quedó sano, tomó su camilla y empezó a caminar. Pero aquel día era sábado.
Por eso los judíos dijeron al que acababa de ser curado: «Hoy es día sábado, y la Ley no permite que lleves tu camilla a cuestas.»
El les contestó: «El que me sanó me dijo: Toma tu camilla y anda.»
Le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te ha dicho: Toma tu camilla y anda?»
Pero el enfermo no sabía quién era el que lo había sanado, pues Jesús había desaparecido entre la multitud reunida en aquel lugar.
Más tarde Jesús se encontró con él en el Templo y le dijo: «Ahora estás sano, pero no vuelvas a pecar, no sea que te suceda algo peor.»
El hombre se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado.
Por eso los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales curaciones en día sábado.
viernes, 28 de marzo de 2014
Oseas 6, 1-6. Empeñémonos en conocer a Yavé, que le gusta más el amor que los sacrificios, y el conocimiento de Dios, más que víctimas consumidas por el fuego!
«Vengan, volvamos a Yavé; pues si él nos lesionó, él nos sanará; si él nos hirió, él vendará nuestras heridas.
Dentro de poco nos dará la vida, al tercer día nos levantará y viviremos en su presencia.
Empeñémonos en conocer a Yavé. Su venida es tan cierta como la de la aurora, y su intervención, tan repentina como la llegada del día. Llegará como la lluvia, como el aguacero que riega la tierra.
«¿Qué he de hacer contigo, Efraím? ¿Cómo he de tratarte, Judá? El cariño que me tienen es como una nube matinal, como el rocío que sólo dura algunas horas.
Por eso les envié profetas para desarraigarlos, y de mi propia boca salió su sentencia de muerte.
Porque me gusta más el amor que los sacrificios, y el conocimiento de Dios, más que víctimas consumidas por el fuego.»
Lucas 18, 9-14. Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador!
Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás.
«Dos hombres subieron al Templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano.
El fariseo, puesto de pie, oraba en su interior de esta manera: «Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano.
Ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de todas mis entradas.»
Mientras tanto el publicano se quedaba atrás y no se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: «Dios mío, ten piedad de mí, que soy un pecador.»
Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
jueves, 27 de marzo de 2014
Oseas 14, 2-10. "Si alguien es sabio, que comprenda estas palabras,y si es inteligente, que las entienda. Pues los caminos del Señor son derechos y por ellos caminan los buenos,mientras que los malos en ellos tropiezan"
Samaria recibirá su castigo por haberse rebelado contra Yavé: sus habitantes serán acuchillados, sus niños serán pisoteados y les abrirán el vientre a sus mujeres embarazadas.
Vuelve, Israel, junto a Yavé, tu Dios, pues tus faltas te hicieron tropezar.
Preparen sus palabras y vuelvan a Yavé para decirle: «¡Quita el pecado y acepta lo bueno, que esta confesión nuestra reemplace cualquier ofrenda!
Asiria no nos salvará, ni confiaremos más en los caballos, ni a la estatua que hicieron nuestras manos volveremos a decirle Dios nuestro;en ti sólo encuentra compasión el huérfano.»
Yo sanaré su infidelidad, los amaré con todo el corazón pues ya no estoy enojado con ellos.
Yo seré para Israel como el rocío; florecerá como una azucena y extenderá sus raíces como el árbol del Líbano.
Sus retoños brotarán por todas partes, tendrá como el olivo mucha prestancia y será su perfume como el del Líbano.
Volverán a sentarse bajo mi sombra; serán vigorosos como el trigo, y les brotarán flores como a la vid; serán tan renombrados como los vinos del Líbano.
Efraím, ¿qué tienes ya que ver con los ídolos? Yo te miro y aguardo tu respuesta, yo que soy como un ciprés siempre verde: si tienes frutos, esto te viene de mí.
Si alguien es sabio, que comprenda estas palabras, y si es inteligente, que las entienda. Pues los caminos del Señor son derechos y por ellos caminan los buenos, mientras que los malos en ellos tropiezan.
Marcos 12, 28-34. "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas" "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay ningún mandamiento más importante que éstos!
Entonces se adelantó un maestro de la Ley. Había escuchado la discusión, y se quedaba admirado de cómo Jesús les había contestado. Entonces le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es un único Señor.
Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.
Y después viene este otro: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento más importante que éstos.»
El maestro de la Ley le contestó: «Has hablado muy bien, Maestro; tienes razón cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él,
y que amarlo con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todas las víctimas y sacrificios.»
Jesús vio que ésta era respuesta sabia y le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios.» Y después de esto, nadie más se atrevió a hacerle nuevas preguntas.
miércoles, 26 de marzo de 2014
Jeremías 7, 23-28. Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Caminen por el camino que les indiqué para que siempre les vaya bien!
Lo que les mandé, más bien, fue esto: «Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo. Caminen por el camino que les indiqué para que siempre les vaya bien.»
Pero ellos no me escucharon ni me hicieron caso, sino que siguieron la inclinación de su corazón malvado, me dieron la espalda y me volvieron la cara.
Desde el día en que saqué a sus padres de Egipto hasta el día de hoy les he mandado continuamente a mis servidores, los profetas.
Pero tampoco ustedes me oyeron ni me hicieron caso, y, endureciendo su cabeza, se portaron peor que ellos.»
Puedes decirles todo esto, pero se harán los sordos. Puedes llamarlos, pero no te responderán.
Diles, entonces, esto: Esta es la nación que no ha escuchado la voz de Yavé, su Dios, ni ha querido aprender. La fidelidad ha muerto, ha desaparecido de su boca.
martes, 25 de marzo de 2014
Mateo 5, 17-19. El que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos!
No crean que he venido a suprimir la Ley o los Profetas. He venido, no para deshacer, sino para llevar a la forma perfecta.
En verdad les digo: mientras dure el cielo y la tierra, no pasará una letra o una coma de la Ley hasta que todo se realice.
Por tanto, el que ignore el último de esos mandamientos y enseñe a los demás a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. En cambio el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los Cielos.
lunes, 24 de marzo de 2014
Carta a los hebreos 10, 4-10. Seamos santificados por la ofrenda única del cuerpo de Cristo Jesús!
Es que la sangre de los toros y de los chivos no tiene valor para quitar los pecados.
Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, sino que me formaste un cuerpo.
No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado, entonces dije: Aquí estoy yo, oh Dios, como en un capítulo del libro está escrito de mí, para hacer tu voluntad.
Comienza por decir: No quisiste sacrificios ni ofrendas, ni te agradaron holocaustos o sacrificios por el pecado. Y sin embargo esto es lo que pedía la Ley.
Entonces sigue: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad. Con esto anula el primer orden de las cosas para establecer el segundo.
Esta voluntad de Dios, de que habla, es que seamos santificados por la ofrenda única del cuerpo de Cristo Jesús.
Por eso, al entrar Cristo en el mundo dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, sino que me formaste un cuerpo.
No te agradaron los holocaustos ni los sacrificios por el pecado, entonces dije: Aquí estoy yo, oh Dios, como en un capítulo del libro está escrito de mí, para hacer tu voluntad.
Comienza por decir: No quisiste sacrificios ni ofrendas, ni te agradaron holocaustos o sacrificios por el pecado. Y sin embargo esto es lo que pedía la Ley.
Entonces sigue: Aquí estoy yo para hacer tu voluntad. Con esto anula el primer orden de las cosas para establecer el segundo.
Esta voluntad de Dios, de que habla, es que seamos santificados por la ofrenda única del cuerpo de Cristo Jesús.
domingo, 23 de marzo de 2014
II Reyes 5, 1-15. La historia de Naamán, "aprendiendo a escuchar al señor"
Naamán era el jefe del ejército del rey de Aram. Este hombre era muy estimado. Gozaba del favor del rey porque Yavé se había valido de él para conducir a la victoria el ejército de los arameos. Pero este valiente estaba enfermo de lepra.
Un día, unos soldados arameos entraron al país de Israel y se llevaron cautiva a una muchachita, que quedó al servicio de la mujer de Naamán.
Ella dijo a su patrona: «Ojalá mi señor se presentara al profeta que hay en Samaria, pues él le sanaría la lepra.»
Fue entonces Naamán ante el rey y le dijo: «Esto dice la muchachita que me trajeron de Israel.»
Le dijo el rey de Aram: «Anda donde el profeta y además mandaré una carta al rey de Israel.» Naamán, pues, se fue tomando diez barras de oro, seis mil monedas de plata y diez vestiduras.
Al llegar entregó al rey de Israel la carta, que decía: «Te presento a mi servidor Naamán para que lo sanes de su lepra.»
Al leer la carta el rey, rasgó sus vestidos para manifestar su indignación: «Yo no soy Dios para dar muerte o vida. ¡Y el rey de Aram me manda a este hombre para que lo sane! Reconozcan y vean que busca pretextos de guerra.»
El hombre de Dios, Eliseo, supo que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, y le mandó a decir: «¿Por qué has rasgado tus vestidos? Que el hombre venga a mí, y sabrá que hay un profeta en Israel.»
Naamán, pues, llegó con su carro y sus caballos, y se detuvo ante la casa de Eliseo.
Eliseo mandó un mensajero a decirle: «Anda al río Jordán y lávate siete veces, y tu carne se volverá como antes y serás purificado.»
Naamán se enojó y se retiró. Había pensado: «A mi llegada saldrá personalmente a encontrarme, se detendrá y rogará a Yavé. Con su mano tocará la parte enferma y quedaré sano.
¿Acaso no son mejores el Abaná y el Farfar, ríos de Damasco, que todos los ríos del país de Israel? ¿No podría bañarme en los ríos de Damasco para mejorarme de la lepra?»
Sus servidores se acercaron a él cuando se iba, y le dijeron: «Padre, si el profeta te hubiera mandado hacer una cosa difícil, ¿no la habrías hecho? Y ¡qué fácil es bañarte, como el profeta te ha ordenado!»
Naamán aceptó bajar al Jordán y se bañó siete veces, como le había dicho Eliseo. Su piel se puso suave como la de un niño y quedó purificado.
Entonces Naamán regresó al hombre de Dios con toda su gente. Entró y le dijo: «Ahora sé que no hay en el mundo otro Dios que el de Israel. Te pido que aceptes estos regalos de parte de tu servidor.»
Salmo 41. Feliz el que se acuerda del pobre y del débil, en el día malo lo salvará el Señor!
Feliz el que se acuerda del pobre y del débil, en el día malo lo salvará el Señor; el Señor lo guardará, lo mantendrá con vida y feliz en esta tierra:" no lo dejarás en manos de sus enemigos" El Señor lo acompaña en su lecho de dolor y le arregla la cama mientras está enfermo.
Yo dije: "Señor, apiádate de mí, sáname porque he pecado contra ti".
Mis enemigos me desean lo peor: "A ver si se muere y ya no se habla más de él".
Si alguien viene a verme, habla por hablar, pero se informa para dañarme; apenas está fuera, esparce sus rumores.
Mis enemigos se juntan y cuchichean, mientras comentan mi mal:
"Este ataque no es una cosa buena, cayó a la cama para no levantarse".
Hasta mi amigo seguro en el que yo confiaba, que mi pan compartía, se ha vuelto en contra mía.
Pero tú, Señor, ten piedad de mí, ponme en pie, que quiero pagarles con lo mismo.
Que mis enemigos no canten victoria, y reconoceré que me valoras.
Tú me asistirás, Señor, porque no hay falta en mí, y me mantendrás en tu presencia para siempre.
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre! ¡Así sea!
sábado, 22 de marzo de 2014
Romanos 5, 1-8. La prueba ejercita la paciencia, que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza, la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones!
Por la fe, pues, hemos sido reordenados, y estamos en paz con Dios, por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Por él hemos tenido acceso a un estado de gracia e incluso hacemos alarde de esperar la misma Gloria de Dios.
Al mismo tiempo nos sentimos seguros incluso en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia, que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza, la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones.
Fíjense cómo Cristo murió por los pecadores, cuando llegó el momento, en un tiempo en que no servíamos para nada.
Difícilmente aceptaríamos morir por una persona buena; tratándose de una persona muy buena, tal vez alguien se atrevería a sacrificar su vida.
Pero Dios dejó constancia del amor que nos tiene: Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores.
Juan 4, 5-42. La samaritana le dijo: ¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?"Se sabe que los judíos no tratan con los samaritanos". Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.!
y fue así como llegó a un pueblo de Samaría llamado Sicar, cerca de la tierra que Jacob dio a su hijo José.
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado por la caminata, se sentó al borde del pozo. Era cerca del mediodía.
Fue entonces cuando una mujer samaritana llegó para sacar agua, y Jesús le dijo: «Dame de beber.»
Los discípulos se habían ido al pueblo para comprar algo de comer.
La samaritana le dijo: «¿Cómo tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Se sabe que los judíos no tratan con los samaritanos).
Jesús le dijo: «Si conocieras el don de Dios, si supieras quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y él te la daría.»
Ella le dijo: «señor, no tienes con qué sacar agua y el pozo es profundo. ¿Dónde vas a conseguir esa agua viva?
Nuestro antepasado Jacob nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus animales; ¿eres acaso más grande que él?»
Jesús le dijo: «El que beba de esta agua volverá a tener sed,
pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en un chorro que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua, y así ya no sufriré la sed ni tendré que volver aquí a sacar agua.»
Jesús le dijo: «Vete, llama a tu marido y vuelve acá.»
La mujer contestó: «No tengo marido.» Jesús le dijo: «Has dicho bien que no tienes marido,
pues has tenido cinco maridos, y el que tienes ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer contestó: «Señor, veo que eres profeta.
Nuestros padres siempre vinieron a este cerro para adorar a Dios y ustedes, los judíos, ¿no dicen que Jerusalén es el lugar en que se debe adorar a Dios?»
Jesús le dijo: «Créeme, mujer: llega la hora en que ustedes adorarán al Padre, pero ya no será "en este cerro" o "en Jerusalén".
Ustedes, los samaritanos, adoran lo que no conocen, mientras que nosotros, los judíos, adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero llega la hora, y ya estamos en ella, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.
Entonces serán verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.»
La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías, (que es el Cristo), está por venir; cuando venga, nos enseñará todo.»
Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.»
En aquel momento llegaron los discípulos y se admiraron al verlo hablar con una mujer. Pero ninguno le preguntó qué quería ni de qué hablaba con ella.
La mujer dejó allí el cántaro y corrió al pueblo a decir a la gente:
«Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será éste el Cristo?»
Salieron, pues, del pueblo y fueron a verlo.
Mientras tanto los discípulos le insistían: «Maestro, come.»
Pero él les contestó: «El alimento que debo comer, ustedes no lo conocen.»
Y se preguntaban si alguien le habría traído de comer.
Jesús les dijo: «Mi alimento es hacer la voluntad de aquel que me ha enviado y llevar a cabo su obra.
Ustedes han dicho: "Dentro de cuatro meses será tiempo de cosechar". ¿No es verdad? Pues bien, yo les digo: Levanten la vista y miren los campos: ya están amarillentos para la siega.
El segador ya recibe su paga y junta el grano para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador.
Aquí vale el dicho: Uno es el que siembra y otro el que cosecha.
Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde otros han trabajado y sufrido. Otros se han fatigado y ustedes han retomado de su trabajo.»
Muchos samaritanos de aquel pueblo creyeron en él por las palabras de la mujer, que declaraba: «El me ha dicho todo lo que he hecho.»
Cuando llegaron los samaritanos donde él, le pidieron que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días.
Muchos más creyeron al oír su palabra,
y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú has contado. Nosotros mismos lo hemos escuchado y sabemos que éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»
viernes, 21 de marzo de 2014
Miqueas 7, 14-20. ¿Qué Dios hay como tú, que borra la falta y que perdona el crimen; que no se encierra para siempre en su enojo, sino que le gusta perdonar?
Apacienta con tu vara a tu pueblo, al pequeño rebaño que te pertenece y que todavía permanece extraviado en los matorrales, en una zona de excelentes pastizales. Concédele que pueda ir a pastar en Basán y en Galaad, como lo hacía antiguamente.
Haz que presenciemos tus prodigios como en los días de la salida de Egipto.
Al verlo las naciones se sentirán derrotadas a pesar de todo su poderío; se taparán la boca con la mano y quedarán atontadas.
Morderán el polvo como la serpiente, como los reptiles que se arrastran por el suelo. Saldrán temblando de sus refugios, y en tu presencia se sentirán despavoridos y asustados.
¿Qué Dios hay como tú, que borra la falta y que perdona el crimen; que no se encierra para siempre en su enojo, sino que le gusta perdonar?
Una vez más te compadecerás de nosotros, pisotearás nuestras faltas. Tira, pues, al fondo del mar todos nuestros pecados.
Concede a Jacob tu fidelidad, a Abraham tu misericordia, como lo juraste a nuestros padres desde los días antiguos.
jueves, 20 de marzo de 2014
Mateo 21, 33-46. "Cultiva el espíritu humilde para que se te entregue el reino de los cielos "
Escuchen este otro ejemplo: Había un propietario que plantó una viña. La rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar y levantó una torre para vigilarla. Después la alquiló a unos labradores y se marchó a un país lejano.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, el dueño mandó a sus sirvientes que fueran donde aquellos labradores y cobraran su parte de la cosecha.
Pero los labradores tomaron a los enviados, apalearon a uno, mataron a otro y a otro lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores más numerosos que la primera vez, pero los trataron de la misma manera.
Por último envió a su hijo, pensando: A mi hijo lo respetarán.
Pero los trabajadores, al ver al hijo, se dijeron: Ese es el heredero. Lo matamos y así nos quedamos con su herencia.
Lo tomaron, pues, lo echaron fuera de la viña y lo mataron.
Ahora bien, cuando venga el dueño de la viña, ¿qué hará con esos labradores?»
Le contestaron: «Hará morir sin compasión a esa gente tan mala, y arrendará la viña a otros labradores que le paguen a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído cierta Escritura? Dice así: La piedra que los constructores desecharon llegó a ser la piedra principal del edificio; ésa fue la obra del Señor y nos dejó maravillados.
Ahora yo les digo a ustedes: Se les quitará el Reino de los Cielos, y será entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos.»
Al oír estos ejemplos, los jefes de los sacerdotes y los fariseos comprendieron que Jesús se refería a ellos.
Hubieran deseado arrestarlo, pero tuvieron miedo del pueblo que lo consideraba como un profeta.
miércoles, 19 de marzo de 2014
Jeremías 17,5-10. ¡Maldito el hombre que confía en otro hombre, que busca su apoyo en un mortal, y que aparta su corazón de Yavé!
Así habla Yavé: ¡Maldito el hombre que confía en otro hombre, que busca su apoyo en un mortal, y que aparta su corazón de Yavé!
Es como mata de cardo en la estepa; no sentirá cuando llegue la lluvia, pues echó sus raíces en lugares ardientes del desierto, en un solar despoblado.
¡Bendito el que confía en Yavé, y que en él pone su esperanza!
Se asemeja a un árbol plantado a la orilla del agua, y que alarga sus raíces hacia la corriente: no tiene miedo de que llegue el calor, su follaje se mantendrá verde; en año de sequía no se inquieta, ni deja de producir sus frutos.
El corazón es lo más complejo, y es perverso: ¿quién puede conocerlo?
Yo, Yavé, yo escudriño el corazón y sondeo las entrañas; yo doy a cada cual según su conducta y según el fruto de sus obras.
martes, 18 de marzo de 2014
Romanos 4, 13-22. Si debiéramos cumplir la Ley para conseguir la promesa, la fe ya no tendría sentido y la promesa también se quedaría en nada. Pues la Ley solamente trae castigos: Ley y transgresión van juntas. Por eso la fe es el camino, y todo es don. De este modo la promesa de Abrahán queda asegurada para toda su raza, no sólo para sus hijos según la Ley, sino también para aquellos que por la fe son hijos suyos!
Es fácil ver que si Dios prometió a Abrahán, o más bien a su descendiente, que el mundo le pertenecería, esto no tiene nada que ver con la Ley, sino con la manera de ser justo propia del creyente.
Si debiéramos cumplir la Ley para conseguir la promesa, la fe ya no tendría sentido y la promesa también se quedaría en nada.
Pues la Ley solamente trae castigos: Ley y transgresión van juntas.
Por eso la fe es el camino, y todo es don. De este modo la promesa de Abrahán queda asegurada para toda su raza, no sólo para sus hijos según la Ley, sino también para aquellos que por la fe son hijos suyos.
Abrahán es el padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te hago padre de muchas naciones. Y llegó a serlo cuando creyó en Aquel que da vida a los muertos y llama a lo que aún no existe como si ya existiera.
Abrahán creyó y esperó contra toda esperanza, llegando a ser padre de muchas naciones, según le habían dicho: ¡Mira cuán numerosos serán tus descendientes!
No vaciló en su fe, olvidando que su cuerpo ya no podía dar vida -tenía entonces unos cien años- y que su esposa Sara ya no podía tener hijos.
No dudó de la promesa de Dios ni dejó de creer; por el contrario, su fe le dio fuerzas y dio gloria a Dios,
plenamente convencido de que cuando Dios promete algo, tiene poder para cumplirlo.
Y Dios tomó en cuenta esa fe para hacerlo justo.
II Samuel 7,4-16. Cuando se hayan acabado tus días y vayas a descansar con tus padres, yo pondré en el trono a tu hijo, fruto de tus entrañas, y afirmaré su poder. El me construirá una casa y yo afirmaré su poder para siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Si hace el mal, yo lo corregiré y lo pegaré como se hace con los niños, pero lo seguiré queriendo!
Pero aquella misma noche le llegó a Natán una palabra de Yavé:
«Ve y dile a mi siervo David: ¿Eres tú quien me construirá una casa para que yo permanezca en ella?
Desde que saqué a Israel de Egipto hasta el día de hoy no he tenido casa, sino que iba de un lado para otro, alojado en una tienda de campaña.
Mientras he caminado entre los israelitas, ¿me he quejado acaso a quienes ordené guiar a mi pueblo? ¿Les pedí acaso que me edificaran una casa cubierta de cedro?
Esto dirás de mi parte a David: «Te fui a buscar al campo y te saqué de detrás de las ovejas para hacerte jefe de mi pueblo.
He estado contigo en todas partes y he destruido ante ti a todos tus enemigos. Pero ahora voy a hacer que tu nombre sea famoso entre los grandes de la tierra.
Yo fijaré un lugar para mi pueblo, Israel; allí lo plantaré y allí quedará. Ya no lo molestarán ni lo seguirán oprimiendo sus enemigos como antes.
Desde el día en que constituí jueces sobre mi pueblo, a ti te he concedido la paz con todos tus enemigos, y ahora te prometo construirte una casa.»
Así dice Yavé: «Cuando se hayan acabado tus días y vayas a descansar con tus padres, yo pondré en el trono a tu hijo, fruto de tus entrañas, y afirmaré su poder.
El me construirá una casa y yo afirmaré su poder para siempre.
Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Si hace el mal, yo lo corregiré y lo pegaré como se hace con los niños, pero lo seguiré queriendo.
No lo tra taré como a Saúl, a quien eliminé de lante de ti.
Tu descendencia y tu reino estarán presentes ante mí. Tu trono estará firme hasta la eternidad.»
Mateo 1, 16-25. "El principio de Jesucristo"
Esta fue la bendición de Jacob hacia José"José es el retoño de una vid frondosa, de una parra frondosa junto a la fuente: los sarmientos trepan sobre la muralla. Lo han provocado lanzándole flechas, lo han perseguido los arqueros, pero su arco se ha mantenido firme y sus brazos no han aflojado, por la mano del Fuerte de Jacob, por el Pastor y la Roca de Israel, por el Dios de tu padre, el que te ayuda, por el Dios Todopoderoso que te bendice: ¡bendiciones de los altos cielos! ¡bendiciones del abismo que yace abajo! ¡bendiciones de los pechos y los senos! ¡bendiciónes de tu campo y de tu establo!Las bendiciones de tu padre han sobrepasado a las bendiciones de los montes seculares, y a las venturas de las lomas eternas. Todas ellas descansen sobre la cabeza de José sobre la frente del que ha sido consagrado en medio de sus hermanos" Génesis 49.
Jacob fue padre de José, esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
De modo que fueron catorce las generaciones desde Abrahán a David; otras catorce desde David hasta la deportación a Babilonia, y catorce más desde esta deportación hasta el nacimiento de Cristo.
Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo.
Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla.
Mientras lo estaba pensando, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo,
tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta:
La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros.
Cuando José se despertó, hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa.
Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.
lunes, 17 de marzo de 2014
Isaías 1-20. Si ustedes quieren obedecerme, comerán lo mejor de la tierra; pero si ustedes insisten en desobedecerme, será la espada la que los devore; porque ésta es palabra de Yavé!
En los tiempos de Ozías, Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, Isaías, hijo de Amós, tuvo esta visión acerca de Judá y Jerusalén.
¡Cielos y tierra, oigan! Escuchen la queja de Yavé: «Crié hijos hasta hacerlos hombres, pero se rebelaron contra mí.
El buey conoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no comprende.»
¡Ay, gente pecadora, pueblo cargado de crímenes, raza de malvados, hijos perversos! Han abandonado a Yavé, han despreciado al Santo de Israel.
¿Dónde quieren que les pegue ahora, ya que siguen rebeldes? Tienen toda la cabeza dolorida, el corazón entero apenado, desde la planta de los pies hasta la cabeza no les queda nada sano; sólo eridas, golpes, llagas vivas que no han sido envueltas ni vendadas ni aliviadas con aceite.
Su país es una soledad con ciudades hechas cenizas; ustedes vieron las cosechas, y el enemigo se las comió; esta ruina no es menos que la de Sodoma.
Aquí está la Hija de Sión como cabaña de viña, como choza de melonar, como ciudad que ha sufrido un largo sitio.
¡Menos mal que Yavé de los Ejércitos no ha dejado un resto! Pues por poco nos parecemos a Sodoma y somos igual que Gomorra.
Escuchen, jefes de Sodoma, que esto es palabra de Yavé; presten atención, pueblo de Gomorra, a las advertencias de nuestro Dios:
«¿Por qué tantos sacrificios en mi honor? -dice Yavé. Ya estoy saciado de sus animales, de la grasa de sus terneros. No me agrada la sangre de sus novillos, de sus corderos y chivos.
Si suben hacia mí en peregrinación, y se agolpan en los patios de mi templo, ¿quién se lo ha pedido?
Déjense de traerme ofrendas inútiles; ¡el incienso me causa horror! Lunas nuevas, sábados, reuniones, ¡ya no soporto más sacrificios ni fiestas!
Odio sus lunas nuevas y sus ceremonias, se me han vuelto un peso y estoy cansado de tolerarlas.
Cuando rezan con las manos extendidas, aparto mis ojos para no verlos; aunque multipliquen sus plegarias, no las escucharé, porque veo la sangre en sus manos.
¡Lávense, purifíquense! no me hagan el testigo de sus malas acciones, dejen de hacer el mal y aprendan a hacer el bien. Busquen la justicia, den sus derechos al oprimido, hagan justicia al huérfano y defiendan a la viuda.»
Ahora Yavé les dice: «Vengan, para que arreglemos cuentas. Aunque sus pecados sean colorados, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, se volverán como lana blanca.
Si ustedes quieren obedecerme, comerán lo mejor de la tierra;
pero si ustedes insisten en desobedecerme, será la espada la que los devore; porque ésta es palabra de Yavé. »
Mateo 23, 1-12. Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo. El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos. Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto!
Entonces Jesús habló tanto para el pueblo como para sus discípulos:
«Los maestros de la Ley y los fariseos han ocupado el puesto que dejó Moisés.
Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican.
Preparan pesadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos ni siquiera levantan un dedo para moverlas.
Todo lo hacen para ser vistos por los hombres. Miren esas largas citas de la Ley que llevan en la frente, y los largos flecos de su manto.
Les gusta ocupar los primeros lugares en los banquetes y los asientos reservados en las sinagogas.
Les agrada que los saluden en las plazas y que la gente los llame Maestro.
Lo que es ustedes, no se dejen llamar Maestro, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos.
No llamen Padre a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, el que está en el Cielo.
Tampoco se dejen ustedes llamar Guía, porque ustedes no tienen más Guía que Cristo.
El más grande entre ustedes se hará el servidor de todos.
Porque el que se pone por encima, será humillado, y el que se rebaja, será puesto en alto.
domingo, 16 de marzo de 2014
Daniel 9, 4-10. De él esperamos solamente el perdón y la misericordia, porque no hemos escuchado la voz de Yavé, nuestro Dios, ni seguimos las leyes que él nos había dado por medio de sus servidores los profetas!
Rogué a Yavé, mi Dios, y le hice esta confesión Señor, Dios grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te aman y observan tus mandamientos.
Nosotros hemos pecado, hemos sido injustos y rebeldes y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus leyes.
No escuchamos a tus siervos los profetas, que, en nombre tuyo, hablaban a nuestros reyes, a nuestros jefes, a nuestros padres y a todo el pueblo del país
Señor, para ti la justicia, para nosotros la cara llena de vergüenza, como sucede en este día; a nosotros, a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén, a todo Israel, próximos y lejanos, en todos los países donde tú los dispersaste a causa de las infidelidades que cometieron contra ti.
Para nosotros, para nuestros reyes, para nuestros príncipes, para nuestros padres, la vergüenza, porque nos hemos sublevado contra Yavé.
De él esperamos solamente el perdón y la misericordia, porque no hemos escuchado la voz de Yavé, nuestro Dios, ni seguimos las leyes que él nos había dado por medio de sus servidores los profetas.
sábado, 15 de marzo de 2014
II Timoteo 1, 8-10. El nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia!
No te avergüences, pues, del martirio de nuestro Señor ni de mí, al verme preso. Al contrario, sufre por el Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios.
El nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad, acaba de manifestarse ahora con la aparición de Cristo Jesús, nuestro Salvador, que ha destruido la muerte y ha hecho resplandecer en su Evangelio la vida y la inmortalidad.
viernes, 14 de marzo de 2014
Deuteronomio 26, 16-19. Si decides que Yavé será tu Dios, seguirás sus caminos, observarás sus normas, sus mandamientos y sus leyes y escucharás su voz!
Has de saber que ese mismo día Yavé, tu Dios, te manda cumplir sus normas y sus mandamientos. Tú los guardarás y los pondrás en práctica con todo tu corazón y toda tu alma.
Pues acabas de decir a Yavé que él será tu Dios y tú seguirás sus caminos, observarás sus normas, sus mandamientos y sus leyes y escucharás su voz.
Yavé, a su vez, te manda decir hoy que serás el pueblo que le pertenece, como él te lo tiene dicho, y tú guardarás todos sus mandamientos.
El, por su parte, te dará honor, renombre y gloria y te pondrá por encima de todas las naciones que hizo, mientras tú pasas a ser un pueblo consagrado a Yavé, tu Dios, como él te ha dicho.»
jueves, 13 de marzo de 2014
Ezequiel 18, 21-28. ¿Creen ustedes que me gusta la muerte del malvado? dice Yavé. Lo que me agrada es que renuncie a su mal comportamiento y así viva!
Si el malvado se aparta de todos los pecados cometidos, se dedica a observar todos mis mandamientos y se comporta de acuerdo al derecho y a la justicia, vivirá y no morirá; se echarán al olvido todos los crímenes que cometió y, debido a la justicia que haya practicado, vivirá.
¿Creen ustedes que me gusta la muerte del malvado? dice Yavé. Lo que me agrada es que renuncie a su mal comportamiento y así viva.
En cambio, si el justo se aparta de su justicia y se dedica a hacer el mal, ( ) si comete las mismas fechorías que cometía el malo, serán dadas al olvido todas las obras de justicia que practicó. Morirá a causa de la infidelidad de la que se hizo culpable y del pecado que cometió.
Ustedes dicen: La manera de ver las cosas que tiene Yavé no es la correcta. Oigan, pues, gente de Israel: ¿así que mi manera de ver las cosas no es correcta? ¿No lo será más bien la de ustedes?
Cuando el justo se aparta de la justicia y comete el mal y por eso muere, muere por culpa de la injusticia que cometió.
Del mismo modo, si el malvado se aparta de la mala vida que llevaba y actúa según el derecho y la justicia, vivirá.
Si se aparta de todas las infidelidades que cometía, debe vivir, pero no morir.
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