lunes, 30 de junio de 2014
Amós 3, 1-8. El Señor Yavé no hace nada sin comunicárselo antes a sus servidores, los profetas.
Escuchen, israelitas, esta palabra de Yavé que se refiere a ustedes y a todos los suyos, a quienes hizo salir de Egipto:
No me di a conocer más que a ustedes entre todas las naciones de la tierra, y por esta razón los castigaré de un modo especial por todas sus maldades.
¿Emprenden, acaso, dos hombres juntos el camino sin haberse puesto antes de acuerdo?
¿No ruge el león en la selva porque ha cazado una presa?¿No resuena en su guarida el rugido del cachorro porque tiene algo que comer?
¿No cae un pajarito en la trampa porque alguien la ha armado antes?
¿Se levanta del suelo una trampa antes de que haya caído algo? ¿Resuena la trompeta en una ciudad sin que se alarme toda la población? ¿Sucede alguna desgracia en un pueblo sin que venga del Señor?
En realidad, el Señor Yavé no hace nada sin comunicárselo antes a sus servidores, los profetas.
Así como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así tampoco se negará nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor.
Mateo 8, 23-27. ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?
Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron.
Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero él dormía.
Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que estamos perdidos!»
Pero él les dijo: «¡Qué miedosos son ustedes! ¡Qué poca fe tienen!» Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la más completa calma.
Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»
domingo, 29 de junio de 2014
Mateo 8, 18-22. Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos!
Jesús, al verse rodeado por la multitud, dio orden de cruzar a la otra orilla.
Entonces se le acercó un maestro de la Ley y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
Jesús le contestó: «Los zorros tienen cuevas y las aves tienen nidos, pero el Hijo del Hombre ni siquiera tiene dónde recostar la cabeza.»
Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, deja que me vaya y pueda primero enterrar a mi padre.»
Jesús le contestó: «Sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos.»
miércoles, 25 de junio de 2014
Mateo 7, 21-29. No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo!
No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo.
Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor! Hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros.
Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mí, ustedes que hacen el mal!
Si uno escucha estas palabras mías y las pone en práctica, dirán de él: aquí tienen al hombre sabio y prudente, que edificó su casa sobre roca.
Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra aquella casa, pero la casa no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre roca.
Pero dirán del que oye estas palabras mías, y no las pone en práctica: aquí tienen a un tonto que construyó su casa sobre arena.
Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y se arrojaron contra esa casa: la casa se derrumbó y todo fue un gran desastre.»
Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba admirada de cómo enseñaba,
porque lo hacía con autoridad y no como sus maestros de la Ley.
martes, 24 de junio de 2014
Mateo 7, 15-20. Todo árbol que no da buenos frutos se corta y se echa al fuego. Por lo tanto, ustedes los reconocerán por sus obras!
Cuídense de los falsos profetas: se presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces.
Ustedes los reconocerán por sus frutos. ¿Cosecharían ustedes uvas de los espinos o higos de los cardos?
Lo mismo pasa con un árbol sano: da frutos buenos, mientras que el árbol malo produce frutos malos.
Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como tampoco un árbol malo puede producir frutos buenos.
Todo árbol que no da buenos frutos se corta y se echa al fuego.
Por lo tanto, ustedes los reconocerán por sus obras.
domingo, 22 de junio de 2014
Salmo 59. Yo cantaré tu poder, y desde la mañana contaré tus bondades; porque tú has sido para mí una ciudadela y mi refugio en el día de la angustia!
¡Dios mío, líbrame de mis enemigos, protégeme de mis agresores;
líbrame de los que hacen la maldad, sálvame de los hombres criminales!
Mira cómo acechan a mi vida, cuántos poderosos se juntan contra mí. Señor, en mí no hay crimen ni pecado,
pero sin falta mía acuden y se aprestan. Despiértate, ven a mi encuentro y mira.
Señor, Dios Sabaot, Dios de Israel, despiértate, castiga a esos paganos, sé inclemente con todos esos renegados.
Vuelven de tarde, ladran como perros, andan dando vueltas por la ciudad.
A toda boca dicen barbaridades, de sus labios salen como espadas: «¡Escuche Dios, si puede!»¿
Pero tú, Señor, te burlas de ellos, te ríes de esos incrédulos.
Oh tú, mi fuerza, hacia ti miro, pues Dios es mi ciudadela.
Si mi Dios viene a mí en su bondad, me hará ver la pérdida de los que me espían.
Oh Dios, ordena su masacre, pues tu pueblo no debe olvidarlo. Tú tan valiente persíguelos y mátalos, oh Señor, nuestro escudo.
No hay palabra de sus labios que en su boca no sea pecado. Quedarán atrapados en su orgullo, en los insultos y mentiras que pronuncian.
En tu furor aplástalos, destrúyelos y que ya no sean más. Entonces se sabrá que Dios reina en Jacob y hasta los confines de la tierra.
Que a la tarde regresen, que ladren como perros, que anden dando vueltas por la ciudad
a la caza de algo que comer y que gruñan si no se repletan.
Pero yo cantaré tu poder, y desde la mañana contaré tus bondades; porque tú has sido para mí una ciudadela y mi refugio en el día de la angustia.
Oh mi fuerza, yo quiero cantarte, mi Bastión es un Dios siempre bueno conmigo
Mateo 7, 1-5. No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes!
No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes.
Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes.
¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo?
¿Y dices a tu hermano: Déjame sacarte esa pelusa del ojo, teniendo tú un tronco en el tuyo?
Hipócrita, saca primero el tronco que tienes en tu ojo y así verás mejor para sacar la pelusa del ojo de tu hermano.
viernes, 20 de junio de 2014
II Crónicas 24, 17-25. ¿Por qué traspasan los mandamientos de Yavé? No tendrán éxito; porque han abandonado a Yavé, él los abandonará a ustedes!
Después de la muerte de Joyadá los jefes de Judá vinieron a postrarse delante del rey, y el rey les prestó oídos.
Abandonaron la Casa de Yavé, el Dios de sus padres, y se interesaron por los troncos sagrados y los ídolos; la cólera estalló contra Judá y Jerusalén, a causa de esta culpa suya.
Yavé les mandó profetas que dieron testimonio contra ellos para que volvieran a él, pero no les prestaron oídos.
Entonces el Espíritu de Dios revistió a Zacarías, hijo del sacerdote Joyadá, que, presentándose delante del pueblo, les dijo: «Así dice Dios: ¿Por qué traspasan los mandamientos de Yavé? No tendrán éxito; porque han abandonado a Yavé, él los abandonará a ustedes.»
Mas ellos conspiraron contra él y, por mandato del rey, lo apedrearon en el atrio de la Casa de Yavé.
El rey Joás no se acordó de la benevolencia que había tenido con él Joyadá, padre de Zacarías, sino que mató a su hijo, el cual exclamó al morir. «Véalo Yavé, y haga justicia.»
A la vuelta de un año, subió contra Joás el ejército de los arameos, que invadieron Judá y Jerusalén, mataron de entre la población a todos los jefes del pueblo, y mandaron todo el botín al rey de Damasco, pues aunque el ejército de los arameos había venido con poca gente, Yavé entregó en sus manos a un ejército muy grande; porque habían abandonado a Yavé, el Dios de sus padres. De este modo los arameos hicieron justicia con Joás.
Y cuando se alejaron de él, dejándolo gravemente enfermo, sus servidores se conjuraron contra él, por la sangre del hijo del sacerdote Joyadá, y lo asesinaron en su cama. Lo sepultaron en la ciudad de David, pero no en el sepulcro de los reyes.
martes, 17 de junio de 2014
Salmo 30. A ti clamé, Señor!
Te alabaré, Señor, porque me has levantado y muy poco se han reído mis contrarios.
Señor, Dios mío, clamé a ti y tu me sanaste.
Señor, me has sacado de la tumba, me iba a la fosa y me has vuelto a la vida.
Que sus fieles canten al Señor, y den gracias a su Nombre santo.
Porque su enojo dura unos momentos, y su bondad toda una vida. Al caer la tarde nos visita el llanto, pero a la mañana es un grito de alegría.
Cuando me iba bien, decía entre mí: "Nada jamás me perturbará".
Por tu favor, Señor, yo me mantenía como plantado en montes poderosos; apenas escondiste tu rostro, vacilé.
A ti clamé, Señor, a mi Dios supliqué.
"¿Qué ganas si me muero y me bajan al hoyo? ¿Podrá cantar el polvo tu alabanza o pregonar tu fidelidad?
¡Escúchame, Señor, y ten piedad de mí; sé, Señor, mi socorro!
Tu has cambiado mi duelo en una danza, me quitaste el luto y me ceñiste de alegría.
Así mi corazón te cantará sin callarse jamás ¡Señor, mi Dios, por siempre te alabaré!
domingo, 15 de junio de 2014
Salmo 5 Presta oído a mi clamor, ¡oh mi rey y mi Dios! Pues a ti te imploro, Señor!
Señor, escucha mis palabras, y a mi queja pon atención.
Presta oído a mi clamor, ¡oh mi rey y mi Dios! Pues a ti te imploro, Señor.
Desde la mañana oyes mi voz. Desde la mañana te hago promesas y me quedo a la espera.
Tú no eres un Dios al que le gusta la maldad, ni el malvado tiene en ti acogida.
Los insensatos no aguantan tu mirada, detestas a los que obran la maldad.
A los que hablan mentiras los destruyes: Odia el Señor a violentos y embusteros.
Pero yo por tu inmensa bondad puedo entrar en tu casa; frente a tu santo templo me prosterno con toda reverencia.
Señor, tú que eres justo, guíame: Frente a los que me espían abre ante mí un camino llano.
Pues nada de sincero hay en su boca y sólo crímenes hay en su interior. Para halagar tienen buena lengua, mas su garganta se abre para tragar.
Castígalos, oh Dios, como culpables, haz que fracasen sus intrigas; échalos por sus crímenes sin cuento, ya que contra ti se han rebelado.
Que se alegren cuantos a ti se acogen, que estén de fiesta los que tú proteges, y te celebren los que aman tu nombre.
Pues tú, Señor, bendices al justo y como un escudo lo cubre tu favor.
lunes, 9 de junio de 2014
I Reyes 17, 7-16. Lo que Yavé promete lo cumple!
Al cabo de cierto tiempo se secó el torrente, porque no había caído lluvia alguna sobre el país.
Entonces habló Yavé a Elías:
«Levántate, anda a Sarepta, pueblo que pertenece a los sidonios, y permanece allí, porque he ordenado a una viuda que te dé comida.»
Se levantó, pues, y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que recogía leña. Elías la llamó y le dijo: «Tráeme, por favor, un poco de agua en tu cántaro para beber.»
Cuando ella iba a traérselo, la llamó desde atrás: «Tráeme también un pedazo de pan.»
Ella le respondió: «Por Yavé, tu Dios, no tengo ni una torta; no me queda nada de pan, sólo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en un cántaro. Estaba recogiendo un par de palos para el fuego y ahora vuelvo a casa a preparar esto para mí y mi hijo. Cuando lo hayamos comido, no nos quedará más que esperar la muerte.»
Elías le dijo: «No temas, vete a tu casa a hacer lo que dijiste. Pero primero hazme un panecito a mí y tráemelo, y después te lo haces para ti y tu hijo.
Porque así dice Yavé, Dios de Israel: No se terminará la harina de la tinaja ni se agotará el aceite del cántaro hasta el día en que Yavé mande la lluvia a la tierra.»
Ella se fue e hizo lo que Elías le había dicho, y tuvieron comida, ella, Elías y el hijo.
La harina de la tinaja no se agotó ni disminuyó el aceite del cántaro, según lo que había prometido Yavé por medio de Elías.
Salmo 4. En paz me acuesto y en seguida me duermo, pues tú sólo, Señor, me das seguridad!
¡Cuando llamo, respóndeme, Dios mi defensor! En la angustia tú me has dado sosiego: ten compasión de mí y escucha mi oración.
¿Hasta cuándo, señores, no querrán entender? ¿Por qué aman la falsedad y buscan la mentira?
Sepan que por mí maravillas hace el Señor, tan pronto como lo llamo, él me escucha.
Si tienen rabia, no se arriesguen, guárdenlo para ustedes, en la cama, y quédense luego callados.
Según la ley ofrezcan sacrificios y pongan su confianza en el Señor.
Muchos dicen: "¿Quién nos hará ver la dicha? ¡Muéstranos, Señor, tu rostro alegre!"
Que rebosen de trigo y vino, más alegría das tú a mi corazón.
En paz me acuesto y en seguida me duermo, pues tú sólo, Señor, me das seguridad.
jueves, 5 de junio de 2014
Juan 21, 15-19. Jesús dijo: ¿me amas?
Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.»
Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas.»
Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»
En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras.»
Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme.».
miércoles, 4 de junio de 2014
Juan 17, 20-26. Padre, el mundo conocerá que tú me has enviado y que yo los he amado a ellos como tú me amas a mí!
No ruego sólo por éstos, sino también por todos aquellos que creerán en mí por su palabra.
Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la Gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno:
yo en ellos y tú en mí. Así alcanzarán la perfección en la unidad, y el mundo conocerá que tú me has enviado y que yo los he amado a ellos como tú me amas a mí.
Padre, ya que me los has dado, quiero que estén conmigo donde yo estoy y que contemplen la Gloria que tú ya me das, porque me amabas antes que comenzara el mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocía, y éstos a su vez han conocido que tú me has enviado.
Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amas esté en ellos y también yo esté en ellos.»
lunes, 2 de junio de 2014
Hechos 20, 17-27. Pablo, mensaje a Efeso!
Debido a eso, desde Mileto Pablo envió un mensaje a Efeso para convocar a los presbíteros de la Iglesia.
Cuando ya estuvieron a su lado, les dijo: «Ustedes han sido testigos de mi forma de actuar durante todo el tiempo que he pasado entre ustedes, desde el primer día que llegué a Asia.
He servido al Señor con toda humildad, entre las lágrimas y las pruebas que me causaron las trampas de los judíos.
Saben que nunca me eché atrás cuando algo podía ser útil para ustedes. Les prediqué y enseñé en público y en las casas, exhortando con insistencia tanto a judíos como a griegos a la conversión a Dios y a la fe en Jesús, nuestro Señor.
Ahora voy a Jerusalén, atado por el Espíritu sin saber lo que allí me sucederá; solamente que en cada ciudad el Espíritu Santo me advierte que me esperan prisiones y pruebas.
Pero ya no me preocupo por mi vida, con tal de que pueda terminar mi carrera y llevar a cabo la misión que he recibido del Señor Jesús: anunciar la Buena Noticia de la gracia de Dios.
Ahora sé que ya no me volverán a ver todos ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino.
Por eso hoy les quiero declarar que no me siento culpable si ustedes se pierden, pues nunca ahorré esfuerzos para anunciarles plenamente la voluntad de Dios.
Juan 17, 1-11. ¡Glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria a ti!
Dicho esto, Jesús elevó los ojos al cielo y exclamó: «Padre, ha llegado la hora: ¡glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria a ti!
Tú le diste poder sobre todos los mortales, y quieres que comunique la vida eterna a todos aquellos que le encomendaste.
Y ésta es la vida eterna: conocerte a ti, único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesus, el Cristo.
Yo te he glorificado en la tierra y he terminado la obra que me habías encomendado.
Ahora, Padre, dame junto a ti la misma Gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo.
He manifestado tu Nombre a los hombres: hablo de los que me diste, tomándolos del mundo. Eran tuyos, y tú me los diste y han guardado tu Palabra.
Ahora reconocen que todo aquello que me has dado viene de ti.
El mensaje que recibí se lo he entregado y ellos lo han recibido, y reconocen de verdad que yo he salido de ti y creen que tú me has enviado.
Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que son tuyos y que tú me diste
-pues todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo mío-; yo ya he sido glorificado a través de ellos.
Yo ya no estoy más en el mundo, pero ellos se quedan en el mundo, mientras yo vuelvo a ti. Padre Santo, guárdalos en ese Nombre tuyo que a mí me diste, para que sean uno como nosotros.
domingo, 1 de junio de 2014
Hechos 19, 1-8. ¿Qué bautismo han recibido?
Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo llegó a Efeso atravesando las regiones altas; encontró allí a algunos discípulos
y les preguntó: «¿Recibieron el Espíritu Santo cuando abrazaron la fe?» Le contestaron: «Ni siquiera hemos oído decir que se reciba el Espíritu Santo.»
Pablo les replicó: «Entonces, ¿qué bautismo han recibido?» Respondieron: «El bautismo de Juan.»
Entonces Pablo les explicó: «Si bien Juan bautizaba con miras a un cambio de vida, pedía al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús.»
Al oír esto se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús,
y al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos y empezaron a hablar lenguas y a profetizar.
Eran unos doce hombres.
Pablo entró en la sinagoga y durante tres meses les habló con convicción sobre el Reino de Dios, tratando de persuadirles.
Juan 16, 29-33. Animo, yo he vencido al mundo!
Los discípulos le dijeron: «Ahora sí que hablas con claridad, sin usar parábolas.
Ahora vemos que lo sabes todo y no hay por qué hacerte preguntas. Ahora creemos que saliste de Dios.»
Jesús les respondió: «¿Ustedes dicen que creen?
Está llegando la hora, y ya ha llegado, en que se dispersarán cada uno por su lado y me dejarán solo. Aunque no estoy solo, pues el Padre está conmigo.
Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mí. Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo.»
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